Editorial


Los matacaballos

El estado vergonzoso de la mayoría de los caballos cocheros de la ciudad es evidente y también lo es cómo los torturan los conductores de los coches, buena parte de los cuales no consideran a estos animales de los cuales viven. Solo por eso deberían tenerlos en un estado impecable.

Es común ver un coche con su caballo a todo galope porque su amo va tras unos turistas y llegará tarde por cualquier motivo. Las llamadas pesebreras donde malviven estos animales no son tales, sino unos cepos sin suficiente espacio y sin “camas” adecuadas para que estos animales descansen. Estos animales necesitan un lugar seco y libre de sus heces para dormir, lo que implica que las pesebreras deben ser anchas y estar cubiertas con al menos 20 centímetros de aserrín o cascarilla de arroz para que puedan echarse.

Si acaso hoy se acuestan sobre sus orinas y heces, cosa que dudamos, es porque están rendidos y el cuerpo no les da más, pero lo más probable es que duerman parados, con lo que tienen que amanecer aún más cansados. Contrario a lo que creen algunos de los torturadores de estos animales, los caballos sí se acuestan en su estado natural, y en pesebreras amplias y limpias.

Los huesos visibles en los cuerpos de estos animales indican que pasan mucha hambre y hacerlos trabajar así es un descaro y una gran crueldad. Y mientras que los coches han ido evolucionando, es decir, poniéndose más grandes y más pesados, los caballos adecuados para tirar estos nuevos pesos no existen aquí. Los caballos cocheros normalmente son la escoria de la caballada porque son los desechos que los criadores venden baratos porque se quedaron pequeños o porque no son de buena contextura. 

El decreto vigente para la explotación de los coches dice que solo pueden ir 4 pasajeros a la vez, pero con frecuencia se ven más del doble a bordo.

Ángeles con patas, una fundación que vela por diversas especies animales, tiene fotos de coches con hasta 11 pasajeros. Suponiendo un peso medio de 50 kilos por pasajero, ya que también viajan niños, el coche mencionado llevaba 550 kilos en solo pasajeros, más de media tonelada sin contar el peso de los nuevos coches de mayor tamaño.

Los caballos adecuados para esta labor tienen que ser grandes y fuertes, idealmente cruces de criollos con percherones, y no los caballitos escuálidos que vemos sufriendo al tirar estos vehículos. Hay documentadas varias caídas de estos caballos por exceso de peso y por no poder parar a tiempo para evitar estrellarse contra algún obstáculo.

Si los sentimientos bondadosos no mueven a las autoridades, deberían pellizcarse porque muy pronto podría haber un escándalo internacional. Ya hay cartas de turistas al Alcalde quejándose por el maltrato a los caballos cocheros y reportes de algunas agencias turísticas informando que algunos visitantes se han rehusado a montarse en los tours en coche por el mal estado de los caballos.

Por una u otra razón, el Distrito tiene que terminar con este abuso intolerable.

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