Editorial


Los monumentos, gratis

EDITORIAL

26 de julio de 2015 12:00 AM


Desde hace algunos años se vienen incrementando los programas de visitas gratis a los monumentos históricos de Cartagena como una manera de incentivar a los habitantes de los barrios de estratos socioeconómicos bajos de conocer la historia de la ciudad y el significado de sus fortificaciones. Es un programa en el que el concepto de inclusión se destaca.

La Escuela Taller, entidad que maneja los monumentos históricos de Cartagena bajo la tutela del ministerio de Cultura, tiene también un programa de visitas para los distintos colegios de la ciudad. No son visitas improvisadas ni “recreativas”, sino bien diseñadas, mediante las cuales la entidad visita primero los colegios y sensibiliza a los estudiantes acerca de los monumentos y luego los recoge en buses y recorren la ciudad amurallada en un tour guiado en donde les son explicados los pormenores de las fortificaciones.

En la mayoría de los casos estos estudiantes no van a los monumentos históricos porque no tienen el dinero para salir de los barrios, tomar meriendas, pagar las entradas y luego regresarse a casa, necesidades que les son subsanadas por le Escuela Taller.

Sospechamos que muchos estudiantes de los colegios privados y de estratos socioeconómicos altos tampoco visitan los monumentos con la frecuencia que convendría, pero no por falta de medios, sino quizá de motivación. Ojalá que esta sensación sea errada, pero valdría la pena asegurarse de que todos los jóvenes de la ciudad participaran en los recorridos al circuito monumental e histórico.

Los monumentos de Cartagena están en general en muy buen estado, y ahora la Escuela Taller desarrolla un plan piloto de sembrar céspedes frente a algunos sitios de las murallas que no solo embellecen el entorno, sino que ayudan a controlar la erosión del suelo y aminorar la paliza de tierra y arena que soportan las murallas en época de brisa, equivalente a una especie de “sandblasting” que ahora debe calmarse notablemente con la cobertura verde.

No se puede decir lo mismo de algunos monumentos de extramuros, concretamente el fuerte el Ángel San Rafael, que requiere grandes inversiones y voluntad política para despejar su entorno inmediato de casas, incluyendo el túnel de 600 metros que va de la orilla de la bahía hasta el fuerte, por donde entraban y salían los soldados en tiempos de ataques enemigos a Bocachica, y que tiene viviendas encima.

Tampoco se ha podido implementar el proyecto del circuito de los hornos de cal en Tierrabomba y en otros sitios, porque tampoco hay con qué. El dinero que se ha gastado en los monumentos históricos de Cartagena, salvo la restauración con fondos privados del fuerte San Sebastián del Pastelillo, ha sido aportado por el Gobierno nacional.

Es importante la campaña de dar a conocer los monumentos a los cartageneros de todos los estratos, pero se necesita ir mucho más allá para que restaurarlos todos sea una política de ciudad compartida y bien planificada y no una quimera irrealizable.

 

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