Editorial


Los obstáculos para Transcaribe

En estos días, con motivo de la demolición de la llamada loma de Bazurto, es mucho más evidente el caos propiciado por las ventas informales, que ha dificultado enormemente la construcción del último tramo de Transcaribe y se yergue como una amenaza de obstaculizar el normal funcionamiento del sistema de transporte en esa zona.

Los principales problemas que tiene la ciudad con los vendedores informales al momento de ayudarlos a empezar una nueva actividad económica es la reiteración abusiva de la invasión del espacio público, aunque al comprobarse que llevaban varios años trabajando allí, se les pagó una indemnización y se les asesoró para invertirla en otra actividad productiva.

Hace unas semanas se comprobó que muchos regresaron a ocupar lugares contiguos al puente de Bazurto o vinieron sus hijos o familiares a reemplazarlos allí.

Seguramente, la Administración distrital se dará cuenta en su momento de la única forma de soltar ese nudo complejo que es el Mercado de Bazurto es aplicando la autoridad de manera rigurosa. Algunos dicen incluso que será necesario traer pelotones de Infantería de Marina para ponerlos en cintura.

A menos de un año, según los estimativos de la gerencia del sistema de transporte, de empezar la operación de Transcaribe, la Administración distrital debería tener ya listo un plan de acción para impedir que en este tramo fracase la nueva era del transporte masivo en Cartagena.

Podía empezar por continuados y drásticos operativos para impedir que sectores ya desalojados repetidamente de vendedores, como el sector del sólo bus, sean invadidos de nuevo. Es necesario que la Policía permanezca allí todo el tiempo que sea necesario para que el despeje se mantenga.

Y desde ya debe empezar el DATT a programar sus acciones para erradicar la colección de estaciones de mototaxis en los alrededores del Mercado de Bazurto, para que la operación de Transcaribe tampoco sufra inconvenientes debido a ello.

Es necesario concientizarse de que Transcaribe, además de un sistema nuevo de transporte, es también una nueva forma de vida urbana.

En ese sentido valdría la pena también examinar la situación de la Avenida Venezuela, donde funcionará una de las estaciones más importantes del sistema, pues allí subirá y bajará de los buses una parte considerable de la población.

En ese lugar ya han vuelto muchos de los mismos vendedores informales que habían sido desalojados e indemnizados, y otros nuevos, a los que de nuevo habrá que retirar, repitiendo el esfuerzo y el gasto hechos hace pocos años.

En general, las estaciones de Transcaribe serán zonas que atraerán a los vendedores informales, y las autoridades deben impedir con energía que se conviertan en batiburrillos similares al sector del Mercado de Bazurto, confusos e inseguros.

Los cartageneros están confiados en que, tras larga espera, Transcaribe represente un cambio significativo en la calidad de vida local.

 

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