Editorial


“Marina La Playa S.A.”

EL UNIVERSAL

15 de agosto de 2018 12:00 AM

En Cartagena, como ya sabemos, prima la informalidad para muchas cosas, a pesar de las notorias instituciones públicas que deberían evitar lo que pasa en sus narices. Una de estas cosas, por ejemplo, es la toma del manglar en La Boquilla y Tierrabaja, invasiones que una vez estén consolidadas por un cúmulo de ‘legalidades’ hechas a la fuerza, con seguridad pasarán a manos de muchos de quienes las fomentan a escondidas. Mientras tanto, el Estado gastó varios millones para hacer un viaducto en la ciénaga de la Virgen para no rellenar los manglares que, desafortunadamente, ya lo están por sus nuevos ‘dueños’, a un enorme costo ecológico que va diezmando los pulmones verdes de la ciudad, como ocurre también en La Popa y el cerro de Albornoz.

Otra informalidad que toca a varias instituciones es el turismo pirata, ejercido de frente en los diversos muelles de los barrios de la ciudad con frente a la bahía y a los cuerpos de agua, y tampoco pasa nada. A los de La Miramar llegan busetas y ‘vans’ llenas de turistas que se embarcan en lanchas alquiladas, pero oficialmente, estos son paseos privados por invitación de los dueños de las embarcaciones, que son muy generosos con estas, y todos los días las ponen a disposición de los miles de amigos que tienen de todas partes del país y del mundo, muchos de los cuales se hospedan en hostales que no deberían existir en los barrios donde operan.

Cosa similar pasa en Bocagrande y Castillogrande, donde las arterias viales están atiborradas de vehículos de turismo mal parqueados, interrumpiendo la ya lenta movilidad. El parque Navas lo usan personas relacionadas con los embarques de turistas en el muelle llamado igual, pero nadie mueve un dedo, salvo para simular que hacen algún control. Todo ocurre a pesar que las autoridades saben lo que pasa, suponemos que a veces por omisión, y otras veces por complicidad.

Ahora crece una nueva y vigorosa marina informal ante los ojos de todo el mundo, incluidas las autoridades, esta vez en la playa frente al Hospital Bocagrande. En las mañanas una hilera de taxis bloquea la entrada a este centro médico y una horda de jóvenes transportadores asedia los vehículos, al estilo de la entrada de Playa Blanca o de Manzanillo del Mar, tratando de ‘capturar’ a los pasajeros, creando allí un caos para quienes necesiten usar este centro médico, además de operar una actividad ilegal a plena luz del día, como lo hacen en la Miramar en otros muelles de Bocagrande y Castillogrande, pero aquí con consecuencias potencialmente graves para los usuarios de los diversos servicios de salud del hospital, que sirve a todos los estratos socioeconómicos de la ciudad.

O buscan cómo formalizar esta actividad sin que perturbe la movilidad del barrio ni siga dañando su calidad de vida, o la Capitanía y las demás autoridades, incluyendo al Distrito y la Policía, deben afrontarla, incluyendo el abuso contra la seguridad de locales y visitantes que usan estos servicios de salud.

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