Editorial


Motociclistas infractores

Cada año nos dicen las autoridades la cantidad de personas que mueren por accidentes en moto, bien sea porque van sobre ellas como pilotos o parrilleros, o porque son peatones atropellados por estas máquinas de dos ruedas.

En 2016, por ejemplo, hubo 7.158 muertes por accidentes de tránsito, y 3.759, o el 52 %, fueron motociclistas, lo que equivale a 10 fallecidos todos los días.

En 2017, murieron 18 personas diarias en accidentes de tránsito, y 9 de cada 10 muertos y 63 de cada 100 lesionados, iban en moto o fueron atropellados por una.

Seis de cada 10 de los motociclistas o parrilleros que murieron en accidentes se chocaron contra otros vehículos, y 23,4 % de esos murió en accidentes con otras motos.

A pesar de estas estadísticas y de que todo el mundo sabe lo peligrosas que son las motos, se percibe una de dos cosas: o hay un relajamiento de las autoridades de tránsito, bien sean del Datt o de la Policía Nacional para controlar a los motociclistas, o estos desbordaron a las autoridades. Hace poco era casi imposible ver a un motociclista o parrillero sin casco en el perímetro urbano, pero hoy es cada día más frecuente que al menos el parrillero no lo use y no pasa nada. Es común que esto ocurra en el Corredor de Carga, donde con frecuencia ni el conductor usa casco.

Otro factor grave de inseguridad es que muchos motociclistas les quitan los espejos a sus motos para poder ser más imprudentes en el tráfico, minimizando la posibilidad de rozar otro vehículo, pero sacrifican su bienestar porque los espejos son indispensables para la seguridad de estos vehículos tan expuestos para sus ocupantes. Tampoco se ve que las autoridades los detengan por esto.

Somos testigos que las autoridades hacen retenes frecuentes y vemos camiones cargados de motos de infractores rumbo a los patios, pero parece que estas acciones son insuficientes.

En el peaje de Marahuaco, por ejemplo, siempre hay miembros de la Policía Nacional controlando el tráfico, a pesar de lo cual es muy frecuente ver motos con tres y más pasajeros, ninguno de ellos con casco, y no los detienen. Muchos de estos pasajeros son niños en uniforme de colegio que vienen de las fincas vecinas a los colegios de pueblos aledaños a la vía.

Las autoridades deberían revisar cómo mejorar sus procedimientos y operativos, que repetimos -son visibles y frecuentes- para que no se les cuelen tantos motociclistas infractores, ya no solo en extramuros, sino en pleno corazón de la ciudad.

 


 

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