Editorial


Movilidad, seguridad y mototaxismo

EL UNIVERSAL

28 de septiembre de 2016 12:00 AM

Las protestas en Cartagena, sea cual fuere el motivo, terminan en el carril exclusivo de Transcaribe, perturbando el normal uso del transporte urbano, con lo cual se vulneran los derechos de un vasto sector de la población, haciendo que la causa de la queja pierda su legitimidad y su validez. Y además, ponen en peligro a quienes circulan por allí, porque tales protestas terminan en vandalismo.

Casi todos escogen perturbar la movilidad, como si para ganar la atención de las autoridades fuera necesario incomodar a los demás. Generalmente, las protestas se hacen por motivos valederos, pero la comunidad no tiene por qué asumir las penurias de este tipo de actos.

Hace unos días, a raíz de los hechos de inseguridad en Cartagena, se prohibió el parrillero en algunos barrios, y los mototaxistas, que son un servicio ilegal, no solo bloquearon los buses del sistema Transcaribe, sino que arremetieron a piedra contra algunos de ellos, dañando sus vidrios y poniendo en riesgo a quienes los ocupaban.

La mayoría, por supuesto, se puso en contra de los manifestantes. Es lógico que la gente se oponga a quien le causa molestias injustamente.

Los motociclistas, y especialmente los mototaxistas, son el mayor peligro en las vías y las restricciones a su circulación se justifican, teniendo en cuenta lo que ocurre en Cartagena con frecuencia en barrios que no son y deberían ser noticia también, en que los sicarios van casi siempre de parrilleros.
Es inaceptable que además bloqueen el sistema de transporte masivo que se abre paso para reemplazar el obsoleto sistema de buses y busetas.

Transcaribe no es solo un sistema de transporte, sino una infraestructura urbana para cambiar muchas cosas en la ciudad, empezando por el desorden con que ahora se acumulan los vehículos antiguos en las vías, obstaculizándolas. También busca terminar los abusos de los conductores del antiguo servicio contra los pasajeros. Por eso no se justifica que el primer objetivo de quienes protestan sea el SITM, aunque se explica su lógica perversa, pues, afectar la movilidad y perturbar todo el entorno urbano parece satisfacer a los quejosos.

Las actividades de los mototaxistas, a pesar de ilegales, son abusivas y arrogantes, y para ponerlos en cintura se necesita una autoridad que no les permita hacer de las vías su propiedad privada, sino un espacio colectivo para respetar. Hay que ser drásticos con los mototaxistas abusadores, algo que debió hacerse hace mucho tiempo. El gremio no debe ser mirado como un feudo electoral ni dejarlo enseñorearse a sus anchas en las vías.

Debería ser un servicio complementario y regulado, con respeto y orden, sin el vandalismo ejercido cada vez que el Gobierno adopte una medida que no les guste.

Está bien que el Datt desarrolle operativos para hacer valer las restricciones impuestas a este servicio, que ojalá sean ampliadas a todos los barrios que las necesitan.

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