En días recientes hubo una discusión pública por la vegetación que la Escuela Taller de Cartagena (ETCAR) estaba sembrando aledaña a la muralla porque había personas que consideraban que estos lienzos de piedra deberían estar despejados para poderlos apreciar sin obstáculos. Esta es una posición respetable pero según un experto que consultamos, es igual de respetable la arborización siempre y cuando sea liviana y no tape las murallas por sectores.
También opinó este experto que además de que la vegetación debe ser ligera al lado de la muralla, su raigambre debe ser tal que no le haga daño a la estructura en ninguno de sus componentes. La familia de las palmeras es ideal porque suele tener una raíz que baja y pocas raíces laterales, por lo que no afecta a las murallas.
Anotó que la palma real, contraria a los cocos, apenas toca el nivel freático salado y salobre con sus raíces se comienza a marchitar.
En todo caso, según este experto no hay una norma patrimonial tajante que impida o desestimule sembrar la vegetación antes descrita frente a las murallas, quizá porque además de alguna manera representa la fusión de las estructuras defensivas foráneas con los árboles típicos locales, especialmente los de coco.
No se puede decir lo mismo con respecto a los manglares que comienzan a tapar las murallas de Getsemaní en varios tramos del lado externo de la avenida del Pedregal, sobre la laguna de San Lázaro, ocultándola completamente y sin que sepamos con certeza si además de afear la estructura de piedra, la está minando por debajo del agua con sus raíces. Admiramos los manglares y sabemos de su importancia como guardería de muchos peces del mar Caribe, además de ser sitio para anidar muchas de nuestras aves costeras, pero permitir que el mangle siga tomándose la estructura de piedra es una insensatez. El mangle es importante, pero también lo son las murallas y no deben tener que competir el uno contra el otro, sino que cada cual debe estar en su lugar. Ya hay baluartes como el de Santa Teresa, aledaño al nuevo puente Heredia y sobre la laguna de Chambacú, al que se lo está tragando el mangle y es imposible apreciarlo al pasar.
Las autoridades tienen que apelar al sentido común para corregir esto antes que sea mucho peor, y deberían también examinar qué está pasando por debajo del agua entre las raíces de los mangles y la muralla. La solución tiene que ser realista, técnica y bien informada, partiendo de que nada debería amenazar la estabilidad de las murallas ni tampoco esconderlas.
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