Editorial


Normas de tránsito

Nuevamente el Distrito prohibió llevar pasajeros menores de edad y a mujeres embarazadas en motocilcletas mediante el Decreto 1561 del 13 de diciembre, que remplazó al de igual contenido que había expirado el 3 de diciembre.

Es común en este país pasar leyes para corregir algunos comportamientos pero se convierten en letra muerta porque ni el público las acata ni las autoridades las hacen cumplir. Al decreto anterior le pasó algo similar, ya que a pesar de existir, era común ver a los infractores muy orondos en cualquier vía de la ciudad con sus pasajeros prohibidos a plena luz del día sin que nadie les dijera nada, salvo que hubiera un operativo especial de tránsito.

Lamentablemente, es demasiado frecuente que nuestros agentes de tránsito y de policía ignoren estas infracciones cuando se mueven de un lado a otro en la ciudad y solo se ocupan de enderezar los entuertos cuando montan operativos especiales dirigidos por oficiales.

Mientras tanto, los agentes del orden no se inmutan ante las infracciones por iniciativa propia al circular en la ciudad. Si no mejoran este comportamiento y convierten la proactividad en un hábito, este nuevo decreto será igual de inocuo que el anterior y el efecto en la ciudadanía no solo será nulo, sino negativo. Entonces los infractores, acostumbrados a violar el decreto cotidianamente, se “ofenderán” cuando se les llame la atención.

La falta de control hace que la señalización en la ciudad sea mayormente decorativa. No es sino ver cómo muchos conductores de motos y de carros viran a la izquierda ante señales que lo prohiben específicamente, o cómo no paran antes de las rayas blancas pintadas en algunas esquinas indicando dónde hacerlo, como las del puente de Las Palmas, sino que se arriesgan ellos y sus pasajeros contraviniendo las normas.

En los parqueaderos de los centros comerciales hay “cebras” pintadas sobre los lugares de tráfico peatonal precisamente para que cruce allí la gente de a pie con seguridad, pero la mayoría de los conductores aceleran para pasar antes que los peatones en vez de cederles el paso. La indisciplina y la desconsideración incluye a conductores de motos y automóviles, públicos y particulares.

Pasaba igual antes con los conductores embriagados hasta que las autoridades comenzaron a ejercer controles más estrictos. En el retén antes de Turbaco, aledaño a los peajes, donde la Policía es estricta para aplicar pruebas de alcoholemia, a poca gente se le ocurriría intentar pasar por allí habiendo tomado trago, sino que se vale ampliamente la estratagema del conductor designado.

Es cierto que aún hay quienes se arriesgan a conducir embriagados, pero la severidad de las nuevas leyes pasadas en el Congreso con seguridad hará que la gente evite al máximo conducir habiendo ingerido alcohol.

La lección es obvia: cuando y donde hay autoridad y consecuencias disciplinarias a quienes desconozcan las normas, las conductas delictivas se aplacan. Si no se ejerce más autoridad, las normas serán de adorno.

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