Editorial


Otra ‘tormenta perfecta’

Los aguaceros de ayer le volvieron a recordar a Cartagena lo desprotegida que está y lo mucho que necesita volver realidad el Plan 4C, y eso se hace con financiación e incluyéndolo como parte principal del plan de desarrollo. Hasta ahora oímos mucho de que somos la única ciudad que tiene su plan para el cambio climático, pero francamente, no pasa de ser otra amplificación de la usual retórica porque no construimos sobre las bases del Plan.

Mientras tanto, cada vez que hay inundaciones como las que hemos visto durante los últimos días, dados los enormes y largos aguaceros, comienza la usual tragicomedia de repartir colchones y ayudar a los damnificados que serán los mismos de la próxima inundación. Habría que ver si a alguien benefician las inundaciones porque es inaudito que no se haga nada serio por impedirlas.

La de ayer y antier fueron las ‘tormentas perfectas’ de las que hemos hablado aquí con alguna frecuencia, ya que hubo aguaceros enormes y largos, combinados con mareas muy altas. El resultado es que el agua llovida se encuentra con la marea alta y es imposible drenar las calles y barrios hasta tanto no baje la marea, y aun así hay barrios que seguirán inundados por mucho tiempo porque están construidos en tierras demasiado bajas, producto de la invasión de gentes necesitadas y de la falta de autoridad de las autoridades para impedirlo, cuando no de la complicidad de algunos politiqueros en trance electoral.

Esta falta de autoridad y de gestión le terminará costando mucho más a la ciudad por concepto de trasladar barrios enteros, que lo que le hubiera costado si desde un principio hubiese adecuado tierra apta para vivienda popular e impedido las invasiones de las inadecuadas.

Otra invasión nacida con esta mezcla de indiferencia y politiquería es la del cerro de Albornoz, que aunque es alto y no se inunda, es geológicamente inestable. Además de que se requiere como pulmón verde de la ciudad, podría venirse abajo y sepultar a mucha gente asentada en sus laderas y en las planicies abajo.

En esta situación de ‘tormenta perfecta’ (mucha lluvia y marea alta) tampoco funcionaron las válvulas ‘pico de pato’ instadas en el paseo peatonal de Bocagrande, porque a pesar de estar las calles inundadas, la marea alta impide la salida del agua lluvia. En Manga la inundación de la avenida Miramar pasó de ser solo producto de la lluvia para convertirse en la entrada del agua de la bahía a la calzada, inundando tramos extensos y bajos que solían actuar como desagües porque una buena ingeniería los planeó así antes del aumento en el nivel medio del mar por el calentamiento global.

Las invasiones de tierras y los carteles que las promueven, que incluyen abogados, jueces e inspectores, y también ‘inversionistas’, deberían estar bajo la lupa de la Fiscalía y demás autoridades dispuestas a hacer cumplir la ley en vez de mirar para otro lado.

Esta falta de autoridad y de gestión le terminará costando mucho más a la ciudad por concepto de trasladar barrios enteros (...)

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