Antier habitantes de Castillogrande cerraron la avenida Piñango para celebrar Halloween en comunidad, habiendo decorado sus casas con motivos de esta fiesta de origen celta, pagano y prerromano, que en esta época moderna hace las delicias de los niños no solo en las culturas de origen anglosajón, sino en muchas otras del mundo. Los participantes originales usaban máscaras y antifaces para confundir a los espíritus que quisieran poseerlos, y pedían comida para ofrecérsela a los muertos como un homenaje. Tiene cierto parecido con Ángeles Somos, la celebración autóctona que desafortunadamente desplazó en casi toda la ciudad, en la que se pide comida de casa en casa, aunque quienes celebran Halloween piden dulces y también usan versos como los de Ángeles Somos para agradecer a quienes son generosos y ridiculizar a los tacaños.
La celebración de antier, llena de familias con niños pequeños en las calles, tuvo un mal desenlace cerca de las 8:30 de la noche cuando según la JAC y el Frente de Seguridad de esa localidad, “lamentablemente, jóvenes de este y otros barrios de la ciudad, irrumpieron la actividad con el uso descontrolado de pólvora (buscapiés, tiritos), lo cual nos obligó a suspenderlo anticipadamente”. Ambas entidades rechazaron “(...) los actos vandálicos” de “(...) quienes atentaron contra la tranquilidad y seguridad de los niños y vecinos”. Recuerdan que es ilegal usar pólvora y que es una ‘tradición’ errónea apoyada por algunos padres de familia, y que “(...) socavan los más elementales principios de convivencia”. Condenan también “(...) la falta de respeto hacia las autoridades y mayores que intentaron controlar los desmanes presentados”.
Es obvio que si es ilegal usar buscapiés, en la ciudad no deberían existir, así que sería risible que los sigan fabricando y vendiendo con impunidad absoluta, si no fuera por lo mal paradas que quedan las autoridades año tras año con estos mismos sucesos. Si los aficionados saben dónde y a quién comprarles los buscapiés, ¿cómo es posible que no lo sepan las autoridades para impedirlo?
A la mayoría de las personas no les gusta estar entre buscapiés ni pólvora y por mucha tradición que fueran, sus riesgos para los terceros, especialmente en eventos con niños, son demasiado grandes y una minoría agresiva no puede imponérselos a la comunidad. Vienen las fiestas novembrinas y a juzgar por lo ocurrido en la Piñango, habrá otro noviembre lleno de pólvora ilegal en las calles con riesgo para las personas, y sin consecuencias para quienes violan la norma, a menos que las autoridades se avispen.
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