Editorial


Playa Blanca, sigue el culebrón

EDITORIAL

28 de junio de 2014 12:02 AM

Cobrar o no cobrar por usar Playa Blanca sigue causando controversia, pero el hecho mondo y lirondo es que Parques Nacionales Naturales puede hacerlo legalmente cuando le dé la gana. Si consulta con la comunidad y obtiene su apoyo, tanto mejor, pero dudamos de que estén obligados a hacerlo.

Playa Blanca es un ecosistema degradado y amenazado que debería estar en cuidados intensivos. La dicotomía de cobrar o no es baladí porque la cuestión de fondo debería ser si se usa esta playa o no. Lo más sensato sería descansarla durante varios años para que tenga tiempo de recuperarse, para que las anclas de las lanchas visitantes dejen de depredar el fondo todos los días, ya que no todo es de arena, pero eso no sucederá porque demasiada gente depende de ella para vivir y cerrarla sería socialmente insostenible.

El único paso siguiente aceptable para salvar a Playa Blanca y su ecosistema marino, distinto a cerrarla, sería limitar seriamente la cantidad de gente que puede visitarla, y la manera más práctica y efectiva de hacerlo, así sea la más antipática, es cobrando. El objetivo no puede ser el de complacer a la galería y aunque la medida sea muy impopular, no se debe jugar al populismo con Playa Blanca. Salvarla es lo más importante, y luego, que la gente local que se lucra de ella siga haciéndolo, pero de forma sostenible.

Estamos de acuerdo con los concejales que argumentaron que Parques Nacionales no le ha metido un peso a Playa Blanca y tampoco a las islas del Rosario porque lo que produce este archipiélago ayuda a financiar la operación de Parques en todo el país.

Es el colmo del cinismo centralista que no solo esté huérfana la Costa Caribe de la proporción justa del presupuesto nacional que le corresponde, sino que además, expriman a las islas del Rosario y de San Bernardo llevándose la plata de aquí para el interior del país. No solo debería usarse toda aquí, sino que el Gobierno nacional debería invertir muchísima más en la protección que necesitan los archipiélagos para que no desaparezcan bajo el embate de las olas, pero para eso no solo no alcanzó la “mermelada”, sino que se llevan los centavitos producidos localmente en una “ley del embudo” muy marcada en contra de la región.

Reiteramos que Barú necesita una planificación integral, que la carretera que tiene es de proporciones miserables, que necesita ampliarse y que se le añada una segunda calzada, y también que se organice el presupuesto distrital para poder mantener al menos la vía insuficiente que hay, antes de que se acentúe mucho más la crisis que se ve venir por la imprevisión que caracteriza a nuestras administraciones.

De la tarifa que se llegue a cobrar por usar Playa Blanca no se debe ir ni un solo centavo para el sistema de Parques, entidad a la que se le tiene que exigir resultados y pedir cuentas.

Y el Gobierno nacional no se puede seguir haciendo el desentendido con su deuda histórica no solo con las islas y con los ecosistemas dañados por el Canal del Dique, sino con la Región Caribe.
 

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