Editorial


Playas, boyas y normas

Distriseguridad anunció hoy la instalación de boyas en el sector en donde se desarrolla el plan piloto del Plan de Ordenamiento de Playas, que servirá de aprendizaje para ordenar este tramo y todos las demás de la ciudad.

Las boyas serán puestas para indicar el límite hasta donde deben llegar los bañistas, que será el área entre la arena y estas marcas flotantes; y servirán para demarcar el área de operaciones de lanchas, jet skis y “gusanos”, que será del lado opuesto, es decir, hacia mar adentro.

Estos aparatos motorizados, sin embargo, entrarán al área de bañistas en algunos sitios que suponemos estarán muy bien señalizados también, para recoger allí a sus pasajeros y usuarios.

Requerirá mucha disciplina para que no se arme allí un desorden peligroso de hélices y bañistas, porque ya sabemos que en nuestro medio hay una aversión aguda a seguir cualquier clase de instrucciones. Al conocerlas, solemos sentirnos inmediatamente autorizados a interpretarlas a nuestro antojo, e inclusive, a irrespetarlas porque las creemos torpes, inocuas, mal hechas, o todas las anteriores, así que no aplican para nosotros, sino para los “tontos” que las obedezcan. En ese caso no importa ninguna señalización.

Hacer que lancheros y bañistas obedezcan las reglas y respeten los límites de manera milimétrica no solo servirá para preservar vidas y extremidades humanas, sino para educar y entrenar a la ciudadanía a seguir instrucciones, a respetar avisos, sencillamente porque las autoridades los pusieron allí, sin derecho a interpretación ni discrecionalidad.

La directora de la Corporación Turismo Cartagena de Indias, Zully Salazar, dijo que “Con las boyas, además de los módulos de baños, y demás amoblamiento en que estamos empeñados, nuestras playas estarán a la altura de otros destinos”.

No dudamos que el plan de las playas incremente la competitividad de Cartagena, pero lo ganado por este lado lo estamos perdiendo por la rápida tugurización del Centro, que es la caja registradora del turismo local; los problemas con los coches, que son de sanidad y de maltrato animal; la prostitución que crece a la vista de todos; los abusos al patrimonio no solo en la plaza de los Coches, sino en muchas otras partes; y los infractores energúmenos de las normas del patrimonio y del ruido, algunos extranjeros, de quienes se dice que hasta se han atrevido a amenazar con tiros a quienes se quejan de sus desmanes.

La degradación del Centro y del sector turístico debe enfrentarse de una vez y con toda energía, o el destino turístico y el hábitat de los cartageneros se seguirá desmejorando. Una vez maltrecha la reputación del lugar, costará décadas y miles de millones de pesos recuperarla.

No podemos dormirnos en los laureles, o el sueño para propios y extraños se tornará en pesadilla.

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