Editorial


Playetas, ¿hasta cuándo?

EDITORIAL

10 de octubre de 2014 12:02 AM

Ayer El Universal publicó en su página web un video de un vehículo andando por la que una vez fue la vía de arena que unía al pueblo de Barú, en la punta de la isla del mismo nombre, con la carretera a Cartagena, hoy pavimentada y con puente sobre el Canal del Dique. 

Playetas es un lugar muy importante por el ecosistema en el que está inmerso y ahora mismo es una especie de eslabón débil en su cadena ecológica. Por un lado tiene playas sobre el Mar Caribe y por el otro tiene manglares en la Ciénaga del Pelao, conectada a la bahía de Barbacoas. 

La playa sobre el Caribe era una de las más hermosas no solo de la isla, sino de la región. Ahora, el mar se comió la playa y poco queda de la Playetas de hace unos años, por la que pasaban los camperos a buena distancia del agua de ambos lados. Hoy quien ose atravesarla para ir al pueblo de Barú tendrá que meter el vehículo dentro del mar en varios tramos. Las olas, literalmente, golpearán las llantas y partes bajas del campero.

El Ministerio de Ambiente primero, y ahora la Agencia Nacional de Licencias Ambientales (ANLA), se han negado a otorgar la licencia que se requiere no solo para hacer un camino para unir al pueblo de Barú con el resto de la isla y el mundo, sino para proteger a Playetas de los embates del Caribe. Hacer el camino es indispensable para que los baruleros puedan ir y venir a su pueblo según sus necesidades, de manera económica, segura y digna, pero también debería ser el pretexto para hacer unas obras integrales para estabilizar las playas y recuperar la arena y el área que se llevó el mar.

No se debería hacer un cruce minimalista y precario, sino diseñar los espolones y defensas costeras que se necesitan para que la isla de Barú no se parta en dos, posibilidad que difícilmente traspasa la neblina mental de la burocracia bogotana que tiene a cargo estas decisiones. Con el tiempo que ha pasado, ya debería estar todo hecho y la integridad territorial de Barú asegurada.

Se necesita poco para que Barú se rompa en dos por el fusible débil de Playetas. Podría suceder con una tormenta inesperada durante alguna de las mareas más altas, como la que ayer inundó severamente buena parte de la ciudad, ayudada por la tala del manglar, que ni las autoridades locales ni Parques Naturales Nacionales detienen, y que algunos han llamado con el eufemismo cínico de “podas”.  Es un hecho notorio que si se sigue talando el manglar de Playetas, este sitio tendrá mucho menos resistencia ante los fenómenos naturales y se erosionará con mucha más facilidad.

Ricardo Lozano, antiguo  director del Ideam, le dijo a La República que en pocos años Cartagena estaría bajo el mar si no se hacen las obras y se toman los correctivos necesarios, pero a pesar de las inundaciones de estos dos últimos días causadas por el mar, y de que cada año suceden con más intensidad, las autoridades locales y nacionales parecen dormidas.

¿Tendrán que unirse el Caribe y la bahía de Barbacoas para que los burócratas se sacudan?
En el caso de Playetas, su fragilidad no da espera. 
 

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