Editorial


Protección costera y otras obras

El alcalde (e) Londoño anunció que pronto se formalizará la fiducia para poder licitar las obras de protección costera de 7 km de longitud, desde el espolón Iribarren, en Bocagrande y próximo a la Escollera, hasta las obras de protección del Túnel de Crespo, en Marbella. Todo cuesta 160 mil millones, de los cuales el Distrito debe aportar 60 mil millones y la Nación los 100 mil millones restantes.

El malecón marginal y los espolones proyectados son un primer paso indispensable para proteger las costas en Cartagena, especialmente las que están frente al Centro Histórico y el sector turístico de Bocagrande, donde se generan muchos de los empleos formales de la ciudad, tanto en servicios turísticos como en comercio, ambos renglones muy importantes para la economía local.

Estas obras, por supuesto, deben estar pensadas para enlazarlas no solo con las defensas costeras del Túnel de Crespo para mantener alturas y otras especificaciones, sino con otras posteriores, como subir la avenida Santander en los sitios que se inunda, para protegerla una vez reconstruida, de la destrucción de las aguas y para asegurar que el tráfico pueda fluir bien por allí, especialmente hacia el aeropuerto de Crespo y hacia la zona norte, ruta que eventualmente se tomará también para el nuevo aeropuerto de Cartagena una vez se construya.

A riesgo de ser cansones, mencionamos de nuevo el Plan 4C (Cartagena Competitiva y Compatible con el Clima) porque este debe ser el Plan Maestro de las obras en Cartagena para que todas tengan sentido y funcionen bien unas con otras, en vez de obstaculizarse después por falta de planificación integral.

Cartagena debe recibir 285 mil turistas en esta temporada según la Corporación Turismo Cartagena y el alcalde (e) Londoño, quienes estimaron y dieron a conocer estos guarismos. Estamos en mora de poner a funcionar el transporte acuático formal y bien organizado para propios y extraños, especialmente en vista de las mareas cada vez más altas que nos inundan. Si el caño Juan Angola, hoy estrangulado no solo por algunos edificios construidos sin los retiros necesarios, sino por una invasión cerca del puente Benjamín Herrera e ignorada por sucesivas administraciones, estuviera dragado y navegable, sería una vía importante entre la zona norte y el Centro, quitándole trancones a las vías terrestres, principalmente a la avenida Santander.

Ojalá que Cartagena finalmente elija un buen alcalde, porque sin ese paso la ciudad está condenada a seguir fracasando en lo anterior y en todo lo demás.

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