Editorial


A salir del atraso social

El estudio “Cartagena, entre el progreso industrial y el rezago social”, de Karina Acosta, economista del Centro de Estudios Económicos Regionales (CEER) del Banco de la República, recientemente debatido en el Concejo de Cartagena, es una muestra de que existe una mirada crítica e investigativa sobre el curso de la ciudad y su crecimiento económico e industrial, en contraposición con los altos índices de pobreza que registra.

 

El estudio resalta que la ciudad está atravesando un momento determinante en su historia económica, con la ampliación y modernización de la refinería y la expansión del puerto, calificado como el mejor del Caribe, pero que en cuanto a su situación social “presenta avances menos notorios que su actividad económica”.

Aunque parezca una verdad de perogrullo, es un punto de partida para propiciar, en diversos espacios, la discusión sobre hacia dónde va el crecimiento y desarrollo económico de la ciudad, por qué hay más pobres y demasiados pocos con más riqueza o sobre cuál es el papel que está cumpliendo la dirigencia política, los gremios económicos y el liderazgo social.

En su penúltima columna de opinión en este diario, el connotado abogado y columnista Héctor Hernández Ayazo (Q.E.P.D), titulada “el futuro de la ciudad”, llamó precisamente a una alianza, lejos de odios y rencores, entre la dirigencia política y la empresarial: una clase política con mezquinos intereses personales o de grupo y una esfera gremial “sin el afán de servir de guía” y sin hacer pausa para buscar la mejoría que la ciudad necesita, y un notable desinterés de los ciudadanos en pensar en el mañana, resignados con el estado de cosas.

Ese permanente divorcio ha influido en el aumento de esa brecha entre la pobreza y el desarrollo económico, en contraposición de los resultados del CEER: Cartagena está especializada en el sector petroquímico-plástico, posicionada entre las principales del país con mejor crecimiento anual de ingresos tributarios en los últimos años.

En medio de esa ruptura de la política, los gremios y entre quienes ostentan el poder ejecutivo y judicial, entra en juego la poca actitud misional de un sector de la dirigencia cívica y social, a la zaga de lo conyuntural, blandiendo un liderazgo de estómago, según señalan ciertos sectores de opinión, o lo que es peor, pareciendo líderes sin serlos, a la espera de guarecerse bajo fallos favorables de tutelas, acciones populares, del paraguas de las consultas previas o de inimaginables mecanismos jurídicos que manejan al dedillo. Ese ejercicio de la inmediatez por el interés propio ha contribuido al atraso social.

Asimismo, otra gran fuerza de opinión apareció en escena, la generación de lo virtual, que cuenta con el poder de las redes sociales, revestida de la energía juvenil y de la fiebre de la inexperiencia diciendo las cosas tal cual las piensa y las siente.

Entre todos esos sectores es necesario que se genere un diálogo abierto para las discusiones centrales que necesita la ciudad, cuyo punto de partida debe ser cómo salir del atraso social en que se encuentra.
 

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