Editorial


Santa Lucía, ¿vuelve y juega?

EL UNIVERSAL

12 de mayo de 2016 12:00 AM

El país recuerda la tragedia terrible de 2010 cuando el canal del Dique entró a saco a las tierras en sus márgenes, tanto en Bolívar como en las zonas bajas del sur del departamento del Atlántico.

Además de inundar el pueblo de Santa Lucía, quedaron bajo agua miles de hectáreas, con todas sus consecuencias: cultivos perdidos, árboles y pastos ahogados, semovientes muertos y cientos desmejorados. Y la peor tragedia fue la humana, pues este pueblo, como algunos de Bolívar, se mudó durante meses a cambuches en lo que quedaba de los terraplenes.

El entonces gobernador  del Atlántico, y hoy repitente en el cargo, Eduardo Verano, enfrentó la emergencia y con el apoyo del gobierno nacional, ya en cabeza de Santos, solucionó el problema.

Los ingenieros atravesaron el boquete con dos hileras de pilotes, y bolsas gigantes, o “big bags”, llenas de material, fueron apiladas y compactadas entre estos pilotes, con lo que se contuvo la entrada del agua, y luego los ingenieros consolidaron el terraplén con material echado encima hasta que se restableció la comunicación terrestre. Después instalaron varias bombas de gran caudal, que funcionaron varias semanas hasta que desecaron las tierras de un todo. Este arreglo del terraplén fue considerado temporal porque luego se harían trabajos definitivos.

De eso hace ya 6 años y sería increíble que tanto tiempo después se repitiera la tragedia, especialmente luego de una sequía tan prolongada a causa de El Niño, que hubiera permitido arreglar para siempre este boquete, que amenaza con abrirse de nuevo, no porque quedara mal hecho, sino porque se ha usado de muelle para remolcadores y otras embarcaciones y las hélices de estas naves girando próximas a esta estructura de material blando, la erosionaron.

Aunque es reprobable el mal empleo dado al terraplén, es mucho peor que el Estado dejara pasar seis años y no haya hecho nada distinto a “estudios”, y que ahora, con un fenómeno meteorológico de La Niña en la segunda mitad del año, se pueda repetir el terror. Y si los diseños de obras para el Atlántico no existen aún, ¿cómo estarán los de Bolívar, aguas abajo de Santa Lucía?

El Estado colombiano no puede seguir en tal grado de ineficiencia que permita que las mismas tragedias se repitan en forma casi idéntica, no solo por el despilfarro del tiempo y de los recursos del erario, y por las nuevas pérdidas que habría, sino por la nueva tragedia humana que se ocasionaría.

Y si las esclusas de Calamar y de Puerto Badel estuvieran listas después de casi 16 años de indecisión e indiferencia con respecto al canal del Dique, las obras de protección de jarillones y demás serían redundantes e innecesarias.

No hay justificación a tal negligencia centralista y falta de gestión. ¿Alguien responderá?

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