Editorial


Santos lanza rutas de turismo

EDITORIAL

26 de noviembre de 2017 12:00 AM

Desde San Jacinto, Bolívar, en plenos Montes de María, el presidente Santos lanzó ayer la campaña turística “Es el momento de Colombia... Seguro te va a encantar”, que “busca dinamizar el turismo nacional y potenciar las economías regionales en la temporada de fin de año”. Como era de esperarse, el presidente exaltó la firma de la paz con las Farc y celebró el año transcurrido, diciendo desde este municipio bolivarense que “(...) la vida ha cambiado en muchas regiones de Colombia, como los Montes de María (...)”.

Esta campaña promueve 11 rutas turísticas, 3 de las cuales están en este litoral: la Ruta Caribe habla de la Sierra Nevada de Santa Marta, sus indígenas, y también de gaitas y jazz, sugiriendo a Montes de María y a Mompox, aunque el comunicado es muy escueto y podría referirse a Barranquijazz; la Ruta del Sombrero Vueltiao habla de playas, música, folclor, agricultura y ganadería, y de las artesanías de la cultura Zenú, y la tercera se refiere a San Andrés islas. Por su parte, la presidenta de Anato habló del compromiso de las agencias de viaje y turismo con este programa presidencial.

En apenas unos días antes de fin de año, ninguna campaña de estas puede ser poco más que de buenas intenciones, porque el asunto no solo es el de llegar a los sitios, sino que estos tengan la infraestructura de apoyo para recibir el turismo.

En cuanto a los Montes de María, las distintas clases de turismo que se podrían fomentar tendrían necesidades distintas, pero todas requerirían una infraestructura mínima y claridad de qué es cada segmento: quienes vayan a avistar aves, por ejemplo, deberían tener un alojamiento decente en las áreas de naturaleza, y quienes van a ver artesanías y deseen dormir en alguno de los pueblos, deberían tener lo mismo; además, no deberían ser sometidos a los estruendos de los picós, o la iniciativa del turismo por las áreas rurales llegará a un fin tan abrupto como su comienzo improvisado esta temporada.

Avistar aves no es normalmente una actividad de jóvenes mochileros, como podría suponerse a la ligera, sino de personas de edad madura y con medios para viajar, que suelen venir de lejos y esperan dormir y comer bien, y tener buenos servicios en sus habitaciones. El turismo cultural para oír gaitas y tambores también espera que a cierta hora haya el silencio necesario para descansar.

Nada podría hacerle más daño al turismo de calidad que se necesita –el que gasta en los sitios a los que va– que la improvisación, así que ojalá que este esfuerzo no solo no se pierda, sino que no termine siendo perjudicial.

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