Editorial


Sequía e inundación: "chamboneando"

EDITORIAL

20 de enero de 2016 12:00 AM

Ayer publicamos en primera página de este diario la imagen desoladora de la hasta hace poco estación de bombeo flotante del acueducto de El Guamo, hoy varada sobre el lecho seco del río Magdalena.

Y hoy publicamos los esfuerzos de la gobernación de Bolívar y la intervención de la asamblea departamental en comenzar a resolver las crisis de agua potable que van agravándose en diversos sectores del departamento. No es la primera vez que hemos publicado fotos de sequías.

También recordamos que no hace muchos años las fotos eran las opuestas: Bolívar estaba inundado y por doquier había cambuches en las pocas tierras altas disponibles, usualmente en las bermas de las carreteras, en donde la gente escapaba de las crecientes. Los cambuches estuvieron montados y activos durante meses.

Fue la época de los famosos boquetes en los diques y de los “chorros” que inundaban cientos de hectáreas en un santiamén.

En esos días de aguas crecidas hubo sacos de arena en la carretera Troncal de Occidente en inmediaciones de Gambote para tratar de contener la creciente, a punto de pasar por encima de la carretera y de destruirla, lo que hubiera incomunicado a Cartagena del interior del país, afectando su economía y su abastecimiento de comida.

Esto sucedía en los inviernos de 2010 y 2011, mientras las autoridades nacionales y los organismos internacionales anunciaban que el cambio climático querría decir que habría fenómenos climáticos cada vez más severos, fluctuando entre sequías y lluvias extremas.

A pesar de esa información, vivida en carne propia por el país, no hemos podido superar la mentalidad de los pañitos de agua tibia y de los comités de emergencias y de desastres, en esencia reactivos a pesar de su excelente labor, cuando necesitamos salirnos de ese encasillamiento mental hacia los aún inexistentes centros de planificación y de acción para sacarle provecho a ambos extremos climáticos. Necesitamos pasar de ser reactivos, a proactivos.

Deberíamos haber aprovechado las sequías para construir grandes embalses y represas que almacenaran agua y a la vez protegieran las áreas vulnerables, y en las próximas lluvias fuertes saldríamos gananciosos, pero seguimos de espectadores pasivos de la fuerza de los elementos. Del gobierno central no ha habido un liderazgo propositivo en esto, sino una mentalidad resignada que solo permite repartir cobijas, colchones y distintos “kits” inocuos.

En el país, como decía Alfonso López Michelsen, seguimos “chamboneando”, acción descrita por Óscar Domínguez como “una gimnasia mental consistente en ensayar para llegar a algo concreto”. Y en este caso seguimos en la gimnasia, mientras nos devastan las sequías y lo volverán a hacer los inviernos a menos que cambiemos de paradigma.
 

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