El último reporte de la profundidad del río Magdalena emitido por el Ideam para Calamar y Barrancabermeja, recibido ayer por El Universal, indica que en ambas estaciones el río está por debajo de los mínimos históricos, aunque en la segunda hay una tendencia a mejorar. En Calamar, que es por donde el Magdalena entra al canal del Dique, la profundidad bajó de dos metros a un metro en el último mes.
Lo grave de esta tendencia es que aunque febrero es el mes más seco históricamente, en 1977 esa distinción dudosa fue para marzo, cuando el río estuvo a menos de un metro de profundidad en Calamar. Y ahora mismo su profundidad es similar.
Predecir el clima es un oficio para profesionales y aún así hacerlo es riesgoso, pero dada la variabilidad del clima, no sería imposible que marzo de 2016 fuera tan severo como el de 1977, aunque no parezca probable ahora.
Hay algunos signos alentadores y según dijo en la Gobernación de Bolívar hace pocos días Carlos Iván Márquez Pérez, Director General para Colombia de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, ya hay algunas lluvias en el interior del país. Aunque no podemos esperar que esas aguas lleguen acá tan rápidamente, al menos dan señas de que El Niño comienza a decaer, como ya lo anunciaron también algunas entidades idóneas, que incluso hablan del riesgo de un fenómeno de La Niña para el segundo semestre de 2016.
El Universal habló anoche con Acuacar, quien nos informó un dato curioso: el 10 de febrero de 2010 había exactamente la misma profundidad en el canal del Dique a la que había ayer 10 de febrero de 2016, y dado que en 2010 no hubo crisis de agua en la estación de Conejo y por lo mismo tampoco en el suministro de agua potable en Cartagena, es muy probable que este año pase lo mismo, sin que eso quiera decir que la empresa no esté muy alerta a todo lo que pueda ocurrir.
La profundidad del canal del Dique en Conejo oscila aún entre 1,20 mt. y 1,40 mt., influída por las mareas, por lo que las bombas que allí llenan el embalse de Juan Gómez, Bohórquez y Dolores, aún trabajan con alguna holgura.
La cuña salina, dice Acuacar, se nota más en la boca de Matunilla y depende de la bahía de Barbacoas, pero aún así está a 15 km de la dársena de Conejo, donde sigue dulce.
Qué lástima que se perdiera tanto tiempo este verano sin hacer los trabajos que evitarían futuras penurias para muchos acueductos de pueblos ribereños, y otros que prevendrían los estragos de una La Niña. Algunos expertos recomiendan que es el momento para revisar todas las estructuras de puentes y demás infraestructura sobre el río o aledañas a este, aprovechando la sequía.
Tenemos la esperanza de que en adelante la reacción ante el cambio climático en los pueblos de Bolívar, dado el liderazgo del gobernador Turbay, será proactiva en vez de reactiva.
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