Editorial


Tatequieto al ruido en Castillogrande

EL UNIVERSAL

03 de agosto de 2016 12:00 AM

Los cartageneros conocen de primera mano el flagelo del ruido que azota a la ciudad y que tiene varias fuentes principales: los equipos de sonido caseros, que suelen ser puestos en terrazas y balcones apuntándole al vecindario a todo volumen en vez de dentro de la casa y a volumen bajo; de las terrazas al aire libre que venden alcohol y ponen equipos de sonido; de los automóviles aparcados cuyos dueños sienten gran placer en subirles el volumen a sus equipos; los eventos al aire libre en zonas urbanas, como algunos restaurantes y centros de reunión; y los picós, que no suelen “respetar pinta”. Así, las grandes mayorías de la ciudad tienen que soportar el gran ruido de unas minorías, con frecuencia agresivas e intimidantes.

En varios barrios los victimarios sonoros son las “autotecas”, esas máquinas de ruido, discotecas rodantes, que son algunos carros con parlantes enormes en sus baúles. Suelen apoderarse estos vehículos de calles enteras, sin importarles el vecindario, y poner su música a todo volumen para tratar de anular la del vecino, parqueado a pocos metros. A esta cacofonía pasada de decibeles hay que añadirle la algarabía de quienes parrandean allí, que gritan para poderse medio oír y entender.

Uno de los sitios más afectados es Castillogrande, donde cualquier noche sirve para esta actividad. Aunque es crítica desde el jueves en la noche, los sábados y domingos comienza a media mañana junto con el caos de las hordas de bañistas que se sacan la sal en plena calle con agua dulce embotellada, se cambian de ropas allí mismo y sin pudor, y dejan un basural al irse. Y los bañistas entonces son sustituidos gradualmente por el escándalo de las autotecas, que se prolonga hasta la noche y madrugada. 

La buena noticia es que las autoridades al fin tomaron las quejas de los vecinos en serio y estudian  prohibir el parqueo en, y cerca de, la calle 5, frente al Paseo Peatonal de Castillogrande, entre siete de la noche y siete de la mañana, luego de una reunión entre vecinos y la Secretaría del Interior. También habrá multas severas por las distintas infracciones a la ley.

La labor incluiría al Datt y a la Policía, y ya hay una red de comunicación entre autoridades y vecinos. Estos avisan apenas hay alguna anomalía y los uniformados hasta ahora han respondido de inmediato, lo que tiene contentos a los habitantes del sector, acostumbrados a estar abandonados durante  años, y ahora aspiran a recuperar la tranquilidad de su barrio de la mano de las autoridades.

En algunos de estos vehículos no solo se consume alcohol, sino que hay una red de microtráfico de drogas tratando de permearlos, dándole otro cariz a estas anomalías.

Es una gran noticia que las autoridades hayan tomado esta actitud proactiva, que ojalá se implante en todos los demás sectores con problemas similares.

 


 

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