Editorial


Tierrabomba, sigue la erosión crítica

EL UNIVERSAL

19 de noviembre de 2016 12:00 AM

En 2005 se comenzó a hablar de la erosión de Tierrabomba de manera constante y la Administración Distrital contrató a la Universidad de Cartagena para un primer diseño con dos alternativas, pero fueron fallidas por la usual falta de plata. A los 4 años hubo un nuevo estudio con esa institución que planteó otras 3 opciones y se escogió la tercera y más barata: 14 estructuras de piedra (espolones y rompeolas) para proteger seis kilómetros de la línea costera de la isla, por 14 mil millones de pesos.

Según este diario, “En mayo de 2011 debido a una arremetida del mar, el Distrito contrató de urgencia la construcción de un espolón de 192 metros lineales en el sitio conocido como La Puntica y cuatro años más tarde, tras obtener la licencia ambiental contrató finalmente el levante de las 13 estructuras restantes por $24.309 millones, con la firma RAHS Ingeniería”, y estas “alcanzaron a ejecutarse en un 45 por ciento” hasta que Cardique las suspendió por un cambio menor en el diseño. Las obras ya hechas son “siete estructuras: dos espolones y dos rompeolas en Tierrabomba, y dos espolones y una protección marginal en Punta Arena”.

En este momento la situación es distinta. Aunque la ANLA (Autoridad  Nacional de Licencias Ambientales) levantó la suspensión de Cardique y sacó a esa entidad del proyecto, la tramitomanía lo tiene parado porque el Distrito debe gestionar el giro de los recursos -que ya existen -ante el Departamento Nacional de Planeación (DNP) para poder reasumir los trabajos y controlar la erosión.

Hay que recordar que Tierrabomba, el pueblo, perdió dos calles con todo y sus casas porque cayeron al agua, y ahora el oleaje también amenaza acabar con el cementerio, aparte de que le hizo grandes daños a un pozo artesiano colonial y a otros elementos patrimoniales.

El mar, que cada vez alcanza más altura por el aumento en su nivel medio y por lo mismo entra más lejos sobre los terrenos costeros llanos, también les pega a mayor altura a los riscos que antes parecían inexpugnables.

Contrastan aquí dos posiciones: la de la alcaldía y la de los habitantes de Tierrabomba. Los primeros con seguridad hacen sus trámites, que deben tener sus tiempos inevitables, con frecuencia desesperantes, con horarios de trabajo y de atención limitados, y con la necesidad de que los funcionarios repartan su tiempo laboral entre esta y otras gestiones, y luego cesa la jornada del día y cada cual va a su casa.

Para los habitantes de Tierrabomba, este problema no tiene descansos, intermedios, horas de almuerzo ni de comida, horarios especiales ni recreos, sino que es de 24 horas al día en los que algunas personas literalmente corren el riesgo de morir de día o de noche si se desploman sus casas -hay dos en peligro- además de que el cementerio ya perdió la pared frontal. La Alcaldía y el DNP tienen que esforzarse por moverse más rápido.

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