Editorial


Tradición festiva y patrimonio cultural

EDITORIAL

22 de noviembre de 2015 12:00 AM

Muchas lecciones dejan las sugerencias del Ministerio de Cultura a las Fiestas de Independencia de Cartagena, para fortalecerlas y lograr convertirlas en parte de la lista de eventos patrimoniales de la nación.

La solicitud de inclusión de las Fiestas de Independencia de Cartagena en la lista del Patrimonio Cultural de Cartagena, no fue aprobada en 2015 por el Ministerio de Cultura, porque la sustentación de esas expresiones fue considerada “débil” y “se pone en duda la cohesión del pueblo frente a la manifestación y muestra una escasa memoria institucional”. La propuesta del ministerio que desde 2004 asesora tanto al Instituto de Patrimonio y Cultura (IPCC) como al Comité de Revitalización, es “reflexionar sobre la importancia de involucrar los procesos de formación a las prácticas culturales que se expresan en las fiestas como, la confección de trajes, máscaras indumentarias y utensilios propios”.

Una celebración festiva bicentenaria, pero con una experiencia exitosa de apenas diez años, interrumpió ese proceso iniciado de manera concertada por el Comité de Revitalización, con un equipo humano interdisciplinario que tuvo el aporte visionario del investigador y poeta Jorge García Usta, y fue a su vez, la suma democrática de todas las voces de la ciudad. No es que las fiestas de Cartagena no ameriten estar en esa lista patrimonial, es que se advierte por parte del ministerio una dispersión y falta de cohesión de los procesos que ya se habían fortalecido y que, a falta de políticas públicas, no han permitido continuar y enriquecer un proceso, sino que las improvisaciones anuales destejen logros de años anteriores.

El Carnaval de Barranquilla, para citar un solo ejemplo, logró esa distinción porque consolidó esos procesos. El caso de Cartagena no es aislado. La recomendación es que la ciudad logrará ser incluida si rectifica el camino y comprende que ningún festival es reconocido sino luego de “un resultado de extensos y profundos procesos culturales que han madurado con el tiempo, de generación en generación”.

En Cartagena visibilizar al líder popular Pedro Romero y sus Lanceros de Getsemaní pasó por muchas controversias a través de las últimas décadas. La fragmentación social de la ciudad en vez de reducirse en estas expresiones culturales, en vez de propiciar encuentros y espacios de reconciliación, minimizó, desestimó y atomizó frutos comunitarios.

Una de las justificaciones del ministerio para incluirla en la lista patrimonial privilegia los sentidos de pertinencia, representatividad, relevancia, naturaleza e identidad colectiva, vigencia, equidad y responsabilidad.

“Que el uso, disfrute y beneficios derivados de la manifestación sean justos, teniendo en cuenta los usos y costumbres tradicionales y el derecho consuetudinario de las comunidades”.

Lo bueno es que no hay que arrancar de cero, pues en el Comité de Revitalización hay bagaje sobre el cual construir y hay que comenzar a hacerlo enseguida.

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