Editorial


Transcaribe, mirar hacia adelante ya

EL UNIVERSAL

26 de mayo de 2015 12:00 AM

La puesta en funcionamiento de Transcaribe en Cartagena ofrece solucionar nuestros grandes problemas de movilidad, pero sería bueno que analizáramos detenidamente las dificultades en Bogotá de Transmilenio, modelo por excelencia de los Sistemas Integrados de Transporte Público (SITP), hoy convertido en un caótico conjunto de buses articulados, donde mucha gente se cuela sin pagar, hay congestión en las estaciones en las horas pico, frecuentemente es escenario de accidentes graves y provoca las mayores quejas de los usuarios.

Si los operadores de Transcaribe se descuidan, el sistema sufrirá en Cartagena los problemas de Bogotá, con mayor contundencia, porque esta ciudad tiene mayores carencias viales y el comportamiento de los conductores es más imprudente en los últimos años, con lo cual los efectos en la circulación serían más severos y mucho más difíciles de solucionar, y lo que sería el remedio para los recurrentes embotellamientos y para el caos vehicular, podría convertirse en una medicina peor que la enfermedad.

Ya de por sí Transcaribe arrastra un retraso amplio en su infraestructura, obligando a cambios de diseños frecuentes, para adaptarse a las transformaciones de la ciudad en su malla vial y costumbres de movilidad. Sin embargo, hay que evitar los retrasos en ampliar el sistema en los próximos años, y ese punto no está muy claro. En Bogotá hubo atrasos para construir nuevas troncales, en 275 kilómetros. Las de la carrera 7.ª, la Boyacá, la calle 170, la avenida Primero de Mayo y la calle 13, han tenido demoras que explican en parte las dificultades mencionadas. La historia podría repetirse en Cartagena.

Los usuarios de Transmilenio se quejan de que: los buses van muy llenos, el servicio no cumple ni informa los tiempos, las rutas están mal diseñadas, las losas están rotas todo el año. Habría que ver si aquí tomaron las precauciones para impedir que esos mismos inconvenientes dificulten la operación de Transcaribe, de manera de en unos años el sistema sea un martirio peor que el de Bogotá y sea más complejo y más caro aplicar las soluciones.

Cada vez son más frecuentes en Bogotá los accidentes en el SITP. Algunos lo atribuyen a cuestiones de salarios y jornadas laborales, otros dicen que se debe al pésimo estado de las vías, que obliga a los conductores a cambios drásticos de rumbo, frenadas inesperadas y otras maniobras riesgosas. A eso se suma la falta de cultura de los pasajeros, contra lo cual no hemos visto aquí campañas educativas, aunque se está a poco tiempo de ponerse en operación el sistema.

A la incomodidad, embotellamientos y accidentes se le suma la inseguridad. Debe prevenirse esto con la instalación de un adecuado sistema de cámaras. Es imprescindible, además, controlar las ventas ambulantes en los alrededores de las estaciones.
Todavía Transcaribe no ha empezado a operar, pero sería bueno que ya empezaran a enfrentar los posibles problemas, mirando lo sucedido en Bogotá.

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