Editorial


Transcaribe y el virreinato

Transcaribe, sin ser perfecto, está demostrando ser una de las mejores cosas que le ha pasado a la calidad de vida de los cartageneros en muchos años, y debería extenderse a todos los lugares posibles aledaños a la ciudad. Ya deberían estar en la mira poblaciones como Turbaco, Turbana y Arjona, y también Bayunca y los barrios que comienzan a agigantarse sobre la carretera de La Cordialidad.

El ex gobernador de Bolívar, Juan Carlos Gossaín, fue capaz de idear y ejecutar la construcción de una nueva edificación para la Gobernación de Bolívar justo afuera del perímetro urbano, algunos metros dentro del municipio de Turbaco, pero a tiro de piedra del límite entre este pueblo y el municipio de Cartagena.

El hoy gobernador de Bolívar, Dumek Turbay, sucesor de Gossaín y miembro de esa administración, habló con el alcalde de Turbaco para llevar el servicio de Transcaribe hasta la Gobernación, cuyos buses tomarían el retorno hacia Cartagena justo antes del peaje de Turbaco. Después de algunas diferencias hubo acuerdo entre los dos mandatarios, como debería ser, pero ahora acaba de surgir un nuevo obstáculo de corte tercermundista: la carretera Troncal de Occidente es nacional, y como tal pertenece al ministerio de Transporte, el cual ahora sabemos debe autorizar el tránsito de estos vehículos durante los pocos metros que usarían la carretera nacional.

Este impasse debería resolverse en cinco minutos en una conversación entre gobernador y ministro, pero seguramente será necesaria una gran tramitomanía para aprobar algo de tanto sentido común como esa ruta minúscula en distancia pero grande en importancia para mucha gente.

Los buses de Transcaribe no pesan más que las volquetas monstruosas que circulan por esa vía, así que Mintransporte no podrá argumentar que le dañarán la calzada, lo que sí hacen las volquetas a las que nos referimos pero que circulan libremente.

Tampoco se preocupa Mintransporte de que hoy quien vaya a la Gobernación en Transcaribe debe caminar desde el Rodeo hasta su sitio de trabajo, donde no hay aceras, exponiéndose a accidentes y atracos.

Igualmente le importa poco a Mintransporte el paradero de mototaxis ilegales que ya se armó en la calzada opuesta a la de la Gobernación, vehículos que pondrán en peligro la vida de sus pasajeros, que estarán más propensos a usarlos gracias a su paquidermia para definir rápidamente este permiso, que podría ser temporal hasta que se llenen los requisitos burocráticos e inútiles de rigor. No importa tampoco que estas terminalitas informales ensucien todo a su alrededor.

Tendrá entonces el gobernador de Bolívar que irse a Bogotá con las rodilleras puestas para suplicarles a los agentes del Virreinato de la Nueva Granada que le permitan a Transcaribe pisar su calzada.

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