Editorial


Transcaribe y la cultura ciudadana

En marzo, cuando empezará a cobrarse el pasaje, esperamos que no haya gente colada, como ocurre en la Capital, lo que no solo afecta la operación normal del sistema, sino que lo hace inviable financieramente.

Para que Transcaribe cumpla su cometido de solucionar el caos del transporte público en Cartagena y al mismo tiempo elimine algunas molestias urbanas locales, es preciso que los ciudadanos aprendan a respetar, proteger y querer al SITP como si fuera suyo –de hecho lo es- y no repitan el comportamiento de algunas personas en Bogotá, que se empeñan a toda costa en destruir lo que en un principio fue un remedio insustituible para los males derivados del sistema de buses que ha convertido las ciudades, grandes y pequeñas, en una anárquico esquema del que se desprenden muchos otros problemas que son de difícil solución. Los actos vandálicos contra las estaciones y contra los vehículos lo que hacen es martirizar la movilidad en la capital de Bolívar y dificultan la tranquilidad en las calles, algo que la comunidad espera hace largo tiempo. El secreto del éxito de Transcaribe es que todos nos apropiemos del sistema y tengamos sentido de pertenencia con él, de manera que lo cuidemos como la más valiosa de nuestras pertenencias.

Hasta el momento, aunque la ciudadanía reconoce sus ventajas, poco hace para cuidarlo y cumplir y hacer cumplir las normas de convivencia con el sistema, de manera que este marche como un relojito y no aparezcan los problemas que tanto lo han deteriorado en Bogotá. Por ahora, la gente se va acostumbrando a hacer cola para tomar el articulado y respeta las sillas azules, diseñadas para los adultos mayores, mujeres embarazadas o que llevan niños en brazos, todavía a la gente le hace falta aprender a obedecer las normas de seguridad en las vías y de convivencia dentro de los vehículos. En marzo, cuando empezará a cobrarse el pasaje, esperamos que no haya gente colada, como ocurre en la Capital, lo que no solo afecta la operación normal del sistema, sino que lo hace inviable financieramente. Es evidente que a lo largo de la troncal se pueden ver varios inconvenientes provocados por quienes requieren movilizarse diariamente. Es usual ver a los peatones caminando por fuera de los pasos de cebra o por los carriles exclusivos y muchos habitantes de la calle usan las estaciones, o por lo menos las plataformas de la parte de afuera de estas, para dormir.

Tener un sistema que representa un cambio con respecto a los molestosos buses actuales necesita de una ciudadanía consciente de que de ella depende que todo marche sobre ruedas -literalmente- no solo en lo vial sino en todos los aspectos de la vida cotidiana. Los graves problemas acaecidos en otras ciudades se deben a que la gente quiere hacer lo que la beneficie, sin tener en cuenta a los demás. Parecen no entender que el comportamiento ordenado redunda en cosas positivas para todos.

Este cambio de comportamiento de los habitantes de Cartagena demanda agresivas campañas de cultura ciudadana que deben ser emprendidas cuanto antes y empezando por colegios y escuelas.

 

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