Editorial


Transcaribe y los nuevos buses

La inauguración de Transcaribe y sus primeros meses de operación propiciaron un cambio palpable en el ánimo de la ciudad. Su inauguración oficial por parte del presidente Santos fue el 29 de marzo de 2016, pero ya el sistema había sido probado cuando llegó el mandatario.

A pesar de que se inauguró sin que todas sus obras estuviesen listas por parte del entonces alcalde Dionisio Vélez y que Manolo Duque se arriesgó y apoyó este sistema de transporte masivo (SITM), que tuvo una primera etapa de operación ‘pedagógica’ sin cobrar la tarifa, Transcaribe pronto se convirtió en un éxito no solo como transporte público, sino como motivo de orgullo y buen comportamiento ciudadano.

Contra todas las expectativas, la gente comenzó a hacer filas ordenadas en las estaciones de Transcaribe y este transporte moderno, limpio, decente y rápido, caló en la conciencia ciudadana. La gente al fin sentía que tenía un servicio digno, especialmente en contraste con el ‘antiservicio’ de los buses y busetas del transporte público colectivo (TPC), en cuyos vehículos los pasajeros eran tratados como animales.

Lastimosamente, este arranque casi ideal de Transcaribe se fue desfigurando a medida que más personas usaban el servicio y este no crecía en buses a la par con la demanda, comenzó a estar demasiado congestionado y lento, y se revirtió esta sensación de progreso y dignidad que inicialmente propició el sistema.

Se puede decir que en este momento Transcaribe está en un cruce de caminos en el que si cumple lo ofrecido, como son los 177 nuevos buses que el alcalde (e) Londoño aseguró que entrarán en servicio este año, y si abre nuevas rutas y expande algunas de las existentes, podría volver a ser el éxito que fue inicialmente.

La llegada de estos nuevos buses permitiría sacar de la vía a muchos más buses del TPC, que siguen con un comportamiento casi delincuencial en las calles, siendo un peligro para los demás vehículos y peatones, y una experiencia amarga para sus usuarios que solo los usan porque sienten no tener otra opción. La puesta en marcha de los 47 buses de Transcaribe que están recién llegados a Cartagena permitirá chatarrizar 150 unidades del TPC, cuyo retiro de las vías será un alivio en todo sentido para la ciudadanía.

Si Transcaribe cumple con sus promesas, la gente se bajará de los colectivos ilegales, tanto particulares como taxis, y también de las mototaxis, de manera que la movilidad en Cartagena sería mucho más digna para sus habitantes, pero si vuelve a fallar, será muy difícil que llegue a ser viable.

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