Algunos transportadores de la ciudad acusan al Sistema Integrado de Transporte Masivo (SITM), que aquí es Transcaribe, de competencia desleal contra el Transporte Público Colectivo (TPC) e interpusieron una queja ante la Superintendencia de Industria y Comercio y le pidieron a la entidad abrir una investigación administrativa contra Transcaribe.
El argumento de alguna de la gente del TPC es que Transcaribe extendió la etapa pedagógica a 110 días cuando la estipulada era de 30 días y le quitó la clientela al TPC de manera desleal al no cobrar por su servicio. También se aferran a que se debieron chatarrizar 320 buses y 320 busetas, es decir, 640 vehículos del TPC. Las 2.200.000 personas movilizadas hasta el 27 de enero sería quizá una aproximación del dinero dejado de entrar al TPC por la gratuidad del SITM y de alguna manera la base para demandar.
Es una lástima que mucha gente directa e indirectamente involucrada con el TPC pueda pasar dificultades por la entrada al mercado de Transcaribe y nadie debería alegrarse del mal ajeno, pero también es cierto que han tenido más de 10 años para prepararse y que en ese tiempo pudieron haber mejorado su servicio y no lo hicieron.
Los buses y las busetas del TPCya andaban vacías buena parte del día y de la noche muchos meses y quizá años antes de que se asomara Transcaribe, por su pésimo servicio, porque siempre hubo más busetas y buses de los que la ciudad necesitaba y porque estaban mal repartidos, y quizá más que todo, por las mototaxis, que a cambio de arriesgar mucho más fácilmente la vida que en el TPC, llevan a los pasajeros puerta a puerta. Y dice mucho del mal servicio del TPC que a sabiendas de los riesgos enormes de andar de parrillero en este transporte ilegal de dos ruedas, tanta gente lo usara con tal de no someterse a la tortura en los buses y busetas.
Dudamos de que haya en la ciudad un usuario del TPC, un peatón, un taxista o un conductor particular que tenga algo bueno que decir de este servicio primitivo y abusivo.
Los conductores, antes y ahora, no respetan las normas, irrespetan a sus pasajeros tratándolos como si fueran bultos de yuca, y aterrorizan a los conductores de los demás vehículos. Así es muy difícil tener apoyo ciudadano, pero muy fácil tener todo lo contrario: el fastidio elevado de toda la ciudadanía y ganas de ver las calles libres de este medio de transporte, de sus conductores y de sus “sparring”.
Los operadores, incluyendo a Transcaribe, deben acelerar cuanto antes la chatarrización de los vehículos del TPC porque ahí sí tienen razón los quejosos: ya que les van a sacar del negocio las busetas y los buses, deberían pagárselos cuanto antes para que cada cual use su dinero para montar otro negocio o para lo que quiera.
Las demás quejas parecen patadas de ahogado.
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