Editorial


Una fiesta en calma

Esa revitalización de las Fiestas de la Independencia  debe luchar también por erradicar las costumbres agresivas y violentas, sembrando una alegría respetuosa.”

El “Desfile Folclórico de la Independencia” –como le llamó este año al Bando la administración del alcalde Dionisio Vélez–, que se celebró el pasado jueves en la Avenida Santander, transcurrió en calma. En este desfile hubo un marcado buen comportamiento de la gente, y distinto a otros años, los desórdenes, la harina y el buscapié no marcaron la pauta.

La tradicional muestra colorida de grupos folclóricos transcurrió como se tenía prevista, y los ciudadanos apreciaron las carrozas de las reinas de la Independencia de los distintos barrios y sectores de la ciudad fusionadas con las candidatas al Concurso Nacional de la Belleza. Fue una muestra de música, color y disfraces atractiva, la que logró que el público se divirtiera sin violencia. Este es un éxito de la Administración y del pueblo.

Sin embargo, la discusión esta semana se centró en retomar el rescate de las Fiestas de la Independencia y su revitalización, proceso que comenzó hace una década y que logró su mayor experiencia creativa durante la administración de la alcaldesa Judith Pinedo.

Para muchos el camino recorrido se perdió porque se había logrado darle identidad propia a la celebración popular, y a la vez el Concurso de Belleza funcionaba en su ámbito con su propia identidad.

Los comentarios críticos de los distintos y tradicionales actores populares se dirigieron a las determinaciones de la Administración distrital para reducir la incidencia de los eventos de barrio, porque volvieron a poner en primer plano los actos del Concurso Nacional, como si fueran la médula de las Fiestas. Pero los gestores culturales quieren convertir las Fiestas en un proyecto colectivo, en el que participe la mayor cantidad de gente posible, como lo es el Carnaval de Barranquilla, de ahí el propósito de que los festejos populares sean reconocidos como Patrimonio Cultural de la Nación y reciban todo el apoyo para su crecimiento constante.

Fue un paso importante que desde hace varios años se realizara un primer desfile el 11 de noviembre con las reinas populares y los grupos folclóricos para conmemorar las Fiestas de la Independencia como la celebración central para recordar la gesta de La Heroica en noviembre de 1811, pero se volvió a los tiempos en los que se desdibujó el motivo de la celebración popular.

No se trata de que cualquiera de los dos eventos absorba al otro, sino de recuperar el sentido histórico de las Fiestas y que a la vez coexista con vigor el Concurso Nacional de Belleza.

Hay que destacar este año la buena conducta de los cartageneros, lo que demuestra que sí puede hacerse una celebración de interés local y nacional centrada en el motivo de la fiesta, es decir, los albores de nuestra vida republicana.

Esa revitalización de las Fiestas de la Independencia debe luchar también por erradicar las costumbres agresivas, sembrando una alegría respetuosa, evitando los buscapiés y las bolsas de agua.

A la Administración distrital se le reconoce su gran esfuerzo por preservar la tranquilidad y el orden ciudadano. Ahora falta hacer mucho más entre todos.
 

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