Editorial


Una mirada a Los Caracoles

Los Caracoles tiene 44 años de fundado. Es uno de los barrios reconocidos de la zona suroccidental de Cartagena. Tiene 14.700 habitantes y unas 2.000 viviendas, vecinas de otros sectores populares como Blas de Lezo, Almirante Colón, El Milagro y El Campestre.

Además, colinda con barrios como Las Delicias, Buenos Aires y La Troncal, gracias a que parte de su área está frente a la Transversal 54.

Preocupa que las últimas noticias que se han conocido de Los Caracoles tengan como relevante la drogadicción y el microtráfico.

Sus moradores no solo han visto cómo se han convertido sus calles principales en una zona comercial, con restaurantes, abastos, boutiques, peluquerías, estaderos (no hay que desconocer el auge de grandes edificaciones habitacionales), sino que también son testigos de cómo entran los jóvenes al mundo de la droga.

En la edición de El Universal de ayer, varios vecinos que prefirieron reservar su nombre por la inseguridad, denunciaron estar cansados con la proliferación de la compra, venta y consumo de estupefacientes entre los jóvenes. La policía se comprometió a aumentar los patrullajes. Pero nada de esto va a cambiar si no se ataca de frente a los lugares de expendio. No es un secreto que uno de los sitios preferidos para consumir, es la cancha de microfútbol que el Centro Recreacional Napoleón Perea le dejó a la comunidad. 

Allí, se fuma más de lo que se juega. Es lamentable ver cómo los padres prefieren no entrar con sus hijos porque en las gradas están los consumidores de alucinógenos.

El domingo pasado, un usuario fue amenazado con un cuchillo para que entregara sus pertenencias. Es increíble que una zona destinada para el deporte y sano disfrute sea una amenaza, sin que nadie haga algo para evitarlo.

En días pasados, preocupados por esta situación, la comunidad, el Centro Recreacional y la Policía se reunieron y “establecieron un plan de acción para poner la delincuencia a raya”.

Ojalá se cumpla, para que la paz, la recreación y un mejor ambiente regresen a Los Caracoles, un barrio reconocido porque la mayoría de su gente es trabajadora y unida ante las problemáticas.

Tienen gente deportista que disfruta en familia en la cancha de sóftbol;  cuentan con una de las parroquias más sólidas como es la iglesia San Vicente de Paúl; y una Junta de Acción Comunal con ganas de hacer las cosas bien. Ayer, precisamente, cerraron sus calles con el permiso de las autoridades y hubo una ciclovía en la que se vio a niños y grandes en comunidad. Es una muestra más que el barrio tiene muchas cosas positivas por contar, sin embargo, las autoridades deben atender el llamado con estrategias eficaces y contundentes.

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