Editorial


Una paz cada vez más difícil

Están muy equivocadas las Farc si creen que arreciando su arremetida contra el país van a lograr alguna ventaja en las negociaciones de paz de La Habana. Por el contrario, simplemente conseguirán que aumente el escepticismo de los colombianos sobre sus verdaderas intenciones y cimentarán la oposición ciudadana a los acuerdos que se logren tras el diálogo en la isla. Es improbable, además, que obtengan la aceptación del cese del fuego bilateral por parte del Gobierno, y en lugar de eso se verán enfrentados a una intensificación del embate de las Fuerzas Militares, que han demostrado poder asestarles golpes duros.

Como la paciencia de la comunidad no es infinita, de persistir esta actitud agresiva, las Farc habrán frustrado una vez más un intento de resolver por la vía pacífica el largo conflicto que tanta muerte y destrucción le han costado a Colombia, tal vez el intento más realista de los que se han realizado y en que mayores posibilidades ha mostrado de resultar con éxito, y deberán saber que siendo así, no van a contar con el apoyo irrestricto de Cuba, interesada en preservar la nueva etapa de acercamientos con Estados Unidos, y muy poco de Venezuela, que atraviesa la peor de sus crisis.

Sería una muestra de su peor torpeza, que la guerrilla desperdicie esta oportunidad de seguir luchando sin armas por el pueblo que tanto dicen defender porque posiblemente no se presente otra y el resultado será para ellos un acoso permanente y numerosos golpes militares cada vez más devastadores, que seguirán llenando de sangre a nuestro país por otro largo tiempo. La evidencia de que siguen reclutando niños, que se mostró esta semana en el Cauca o los ataques a la infraestructura eléctrica en Buenaventura van convenciendo a más colombianos que con las Farc no se puede negociar.

A propósito del reclutamiento de menores, la guerrilla se arriesga a convocar la intervención de la Corte Penal Internacional, que no es tan pasiva como en años anteriores al castigar a los infractores del Derecho Internacional Humanitario. Hay delitos que no pueden ser justificados ni siquiera en desarrollo de un proceso de paz y su gravedad impide que puedan aplicarse figuras como las penas alternativas para castigarlos. Los Convenios de Ginebra y los Protocolos Adicionales son muy claros con respecto a los menores en la guerra.

Una cosa es bien clara. A diferencia de otros conflictos en el mundo, aquí no estamos hablando de un grupo armado enfrentado justificadamente a una dictadura. Hablamos de un levantamiento en armas contra unas instituciones democráticas, lo que en todos los códigos penales del mundo se considera delito, por lo que las acciones guerrilleras pueden asimilarse a la categoría de actos terroristas, con respecto a los cuales la comunidad internacional no es nada tolerante.

En manos de la guerrilla esta terminar más de 50 años de guerra muy dañina para Colombia o continuar esta violencia demente para que por fin nuestro país transite los caminos de crecimiento y prosperidad que tanto beneficiarían a sus habitantes.
 

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