La cultura de casi todas las ciudades colombianas es adversa a los ciclistas, vistos como unos estorbos por la mayoría de los conductores (...)
El ciclismo ciudadano no debería ser reprimido ni perseguido, sino fomentado por el estado. Un país que estimule el ciclismo como medio de transporte público de inmediato promueve la salud de su población. Estos vehículos, además de servir para ir de un lugar a otro, producen bienestar físico y mental, como sucede con la mayoría de los deportes.
Pero a diferencia de los demás, el ciclismo es uno que puede ser practicado por la ciudadanía todos los días, especialmente si emplea su bicicleta como medio de transporte. Es no solo muestra de sentido común fomentar el ciclismo, sino una fuente de ahorro en la salud pública. Mientras más ciclistas haya en una sociedad, mejor es su salud, menos enfermarán y menos le costarán al estado, entre otras cosas, porque también se reducirá la contaminación ambiental.
El estado, entonces, debería hacer todo lo posible para fomentar el ciclismo, comenzando por construir ciclovías adecuadas, tal como las hizo el alcalde Peñalosa en Bogotá aun a costa de angostar algunas calles, para gran disgusto de muchos conductores. En Cartagena esto sería difícil en muchas partes, pero no imposible en otras si hubiese una verdadera voluntad política para hacerlo.
La cultura de casi todas las ciudades colombianas es adversa a los ciclistas, vistos como unos estorbos por la mayoría de los conductores de vehículos públicos y particulares. En cualquier vía muchos le pasan a los ciclistas demasiado cerca y demasiado rápido, poniéndolos en peligro.
También hay que admitir que muchos abusan de sus bicicletas y se ponen ellos mismos en peligro, además de poner en grandes aprietos a los conductores de automotores, la inmensa mayoría de los cuales no quisiera tocarlos con su vehículo ni mucho menos hacerles daño.
La proliferación de bicicletas de alquiler en Cartagena a adultos inexpertos que las montaron en su infancia y aún se acuerdan de los rudimentos del ciclismo, además de a niños bisoños y sin un sentido de prevención, es una irresponsabilidad de marca mayor. Estos, como muchos otros ciclistas locales, violan todas las normas.
Parecería haber un paradigma entre muchos ciclistas no recreativos de que el sentido de las vías no es obligatorio para ellos, quizá porque suponen que al ser ellos mismos el motor de su vehículo, merecen recorrer el camino más corto aunque sea en contravía. Esto es una torpeza y no es una práctica permisible por su propia seguridad y la de los conductores que asumen riesgos por esquivarlos.
La sanción a unos ciclistas en un operativo reciente del Datt indignó a muchas personas, pero no se debe aupar la creencia de que el solo hecho de montar una bicicleta da derecho a desconocer las normas, y hasta el sentido común.
Ojalá el alcalde Duque, cercano al deporte, fomente no solo las bicicletas, sino unas rutas adecuadas para andarlas.
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