Editorial


Venezuela, matoneo interno y externo

EDITORIAL

17 de abril de 2015 12:00 AM

La desesperación del gobierno de Venezuela, notoria en su presidente, Nicolás Maduro, lo hace cometer los exabruptos diplomáticos mayores, al estilo de Corea del Norte. Ambos se sienten sin responsabilidad internacional con respecto a los preceptos compartidos por la mayoría de los países occidentales, como respetar los derechos humanos de sus habitantes, usar un lenguaje diplomático mesurado en vez de uno de peleador callejero.

Las declaraciones del gobierno de España acerca de la necesidad de liberar a sus opositores políticos, encarcelados con cargos de rebelión e intención de dar un golpe de Estado inventados por ese régimen de Maduro son al fin una voz internacional sensata y con coraje, en vez de seguir mirando hacia otro lado mientras el gobierno venezolano pisotea los derechos humanos de sus adversarios políticos y de cualquiera que lo contradiga.

Es obvio que los adversarios políticos legítimos de Maduro y de su régimen dictatorial -Leopoldo López, Henrique Capriles, María Corina Machado, y otros-, quieren terminar con ambos políticamente y a través de las urnas y cambiar de gobierno cuanto antes, tal como lo hicieron Chávez, ese sí un golpista derrotado, y sus conmilitones en contra del gobierno de la época. La pantomima montada contra la oposición venezolana por el régimen chavista, que los responsabiliza por los muertos que hubo en unas manifestaciones contra la dictadura, sería un chiste de mal gusto si no fuera tan grotesca y tan abusiva de las normas mínimas de una democracia.

El editorial de El País (España), un periódico que no es exactamente amigo de Rajoy ni de su gobierno, anotaba en su editorial de ayer que el “...discurso populista (de Maduro) necesita un enemigo externo que justifique y oculte los problemas internos”, y decía que es el turno de España para recibir la retórica envenenada del régimen venezolano, antes reservada para los Estados Unidos.

El editorial de El País también explicaba que el Parlamento español no aprobó nada contra Venezuela, sino  que se unió “...al coro de reputadas voces internacionales que piden la liberación de los presos políticos en Venezuela, indispensable para salir de la profunda crisis en la que se encuentra. El Parlamento no se ha inmiscuido en la soberanía venezolana”.

Anota también el editorialista que además de insultar a Rajoy, Felipe González y al Parlamento español, hubo “...la amenaza de castigar los intereses españoles en Venezuela bajo el eufemismo de ‘revisar exhaustivamente’ las relaciones con España”.  Ahora tiene Maduro el pretexto perfecto, según su atolondrado magín, para expropiar compañías españolas y para no honrar cualquier deuda con ese país.

El régimen de Venezuela, que arruinó a ese país tan rico, no debe pensar que puede seguir encarcelando y vejando impunemente a la oposición política ante los ojos del mundo, ni que todos los dirigentes mundiales callen al ver el matoneo verbal feroz contra sus críticos externos e internos.

 


 

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