Editorial


Volar de Crespo a Bayunca

Acaba de tomar un nuevo giro el debate entre el aeropuerto nuevo de Cartagena y el de siempre, en Crespo, al aprobar la ANI la prefactibilidad del proyecto del nuevo aeródromo propuesto en 564 hectáreas iniciales de la zona norte (y llegaría a 2398), entre la vía del Mar y la carretera de La Cordialidad, pegado e esta última, antes de Bayunca.

Según sus promotores, “La primera fase esta estipulada para ser completada en el año 2025 y podrá atender a 12,6 millones de pasajeros por año, contará con 34 posiciones de embarque y una capacidad para realizar más de 100.000 operaciones al año”.  Según estas proyecciones, el nuevo aeropuerto entraría a manejar más pasajeros de los que podría mover el Rafael Núñez en su máxima capacidad.

Por su parte, el director de la ANI, Luis Fernando Andrade, dijo recientemente en una entrevista que “una nueva alternativa que venimos estudiando es hacer una expansión menor de inmediato en el (aeropuerto) actual para no afectar la experiencia de los turistas en los próximos siete años y arrancar el nuevo aeropuerto en ese tiempo, que está planteado en Bayunca a 20 kilómetros del centro de la ciudad”. 

El aeropuerto de Cartagena de hoy es muy cómodo para la gran mayoría de sus usuarios, que acuden  al sector turístico y al residencial de barrios de estratos altos (y salen de estos) y difícilmente podría ser más adecuado otro a 20 kilómetros de distancia que uno a 10 minutos de esta zona, pero si la ANI considera que no hay más remedio porque no tiene cómo expandirse el Rafael Núñez hasta las necesidades que se proyectan para la ciudad, pues bienvenido el nuevo aeropuerto.

Tiene la ventaja que se valdrá de las nuevas vías que se construyen hacia el norte, incluido el viaducto sobre la ciénaga de la Virgen, que debe permitir llegar a este en muy corto tiempo también, y si los pasajeros son del sur de la ciudad, llegarán rápidamente por la Cordialidad.

Los nuevos aeropuertos en el mundo se proyectan en mayor o menor grado dentro del concepto de las aerotrópolis planteadas por John Kasarda en su libro, en donde propone que sean el epicentro de un desarrollo urbano ordenado e integral que permita vivir y trabajar allí, donde se debe desarrollar -entre otras- una industria de avanzada con productos de alto precio y bajo peso diseñados para ser movidos por avión, como por ejemplo, partes de computadores y otros elementos de tecnología avanzada, al igual que áreas residenciales cuyas características van cambiando a medida que se alejan del aeropuerto.

Si el nuevo aeropuerto es inevitable, como lo tendría que ser después de que el actual quede copado y sin posibilidad de expandirse, esperamos que se pueda desarrollar sin contratiempos, y en lo posible, de manera armónica con todos los involucrados.

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