Política


Alianza, la palabra de moda de cara a la segunda vuelta presidencial

COLPRENSA

25 de mayo de 2014 07:05 PM

Óscar Iván Zuluaga y Juan Manuel Santos no pueden irse a dormir esta noche. Al menos, no sin haber hecho sus primeras llamadas a Marta Lucía Ramírez, Clara López y Enrique Peñalosa, para convencerlos de que apoyen sus respectivas aspiraciones en la segunda vuelta de elección presidencial, el próximo 15 de junio.

Conocidos los resultados de la primera votación, los nombres de los candidatos perdedores se han cotizado de una manera que era difícil de prever. Tanto porque es exigua la diferencia entre los aspirantes que definirán el próximo periodo presidencial (de entre el 4 % y el 5 %), como porque las votaciones con que fueron derrotados son muy llamativas: rondando los dos millones de votos en los casos de las fórmulas del Partido Conservador y del Polo Democrático, y con más del 8 % para el candidato de la Alianza Verde.

Así que no hay ninguna tendencia que se perfile como decisiva para inclinar la elección presidencial. Al contrario, todas tienen juego: la izquierda reunida en la llave Clara López – Aída Avella, una porción del conservatismo representada en la fórmula Marta L. Ramírez – Camilo Gómez y el sector independiente de los partidos más tradicionales que encarnan Enrique Peñalosa – Isabel Segovia.

Hace cuatro años Juan Manuel Santos también tuvo que ir a una segunda vuelta para acceder a la Presidencia, pero aquella vez pasó en el primer lugar con más del doble de los votos de su perseguidor: Antanas Mockus. Aún con esa amplia diferencia, el hoy primer mandatario se afanó en buscar los apoyos de Rafael Pardo, del Partido Liberal; y de Germán Vargas Lleras, de Cambio Radical, así como invitó a cualquiera otra vertiente que quisiera sumarse a su aspiración. Ahora, con menos votos y pasando en segundo lugar, conseguir aliados será definitivo para que Santos repita en la Casa de Nariño.

El resultado del presidente, una verdadera derrota electoral, puede explicarse en los efectos de los paros de distintos sectores económicos, en la estrategia que él llamó de “guerra sucia”, en la pugna que cazó hace tiempo con Álvaro Uribe y en los repetidos escándalos de corrupción.

Para borrar esos estigmas es que Santos tiene que firmar alianzas. Su carta más segura para jugar será la del proceso de paz con las FARC. A sumarse para garantizar su continuidad invitará a los aspirantes derrotados. De entrada, parece natural que acepten ese llamado el Polo Democrático y el bloque Progresista de la Alianza Verde, aunque no lo haga Peñalosa. No es claro que pasará con Marta Lucía Ramírez, pues aunque ella parece más cercana al uribismo, los congresistas y otros líderes del Partido Conservador ya han expresado su simpatía por Santos.

Aunque ese es el panorama con que empieza este lapso electoral de tres semanas, Ramírez, López y Peñalosa tienen que medir muy bien sus decisiones, pues con ellas se jugarán buena parte de su futuro político y, quizá, el de sus colectividades.

Los tres coincidieron durante la campaña en identificarse como candidatos alejados de las prácticas corruptas y sin interés en empezar peleas partidistas. Ahora tendrán que mostrar si esas banderas pueden recogerlas para ir a apoyar el nombre de Santos o el de Zuluaga, a quienes tanto criticaron, o si las mantienen izadas pese a la intensidad de la disputa política.

Sus diferencias ideológicas y su lejanía política hicieron imposible que se armara una aspiración de tercería que clasificara a una segunda vuelta electoral. Sin embargo sus votaciones representan, al menos, a un 40 % de los ciudadanos que no se identifican ni con la continuidad de Santos ni con el regreso del proyecto uribista en cuerpo de Óscar Iván Zuluaga. Por eso, no es tan claro que sean capaces de endosar los votos a alguno de los aún candidatos a la Presidencia.

Pero de eso se tratarán las próximas jugadas políticas, pues la firma de esas eventuales alianzas resultará tan importante para Santos, como para el candidato del Centro Democrático.

De entrada Zuluaga se ve con menos posibilidades de sumar adhesiones, aunque las intentará, porque su posición no es la más cómoda de cara a la segunda vuelta. Porque si bien el candidato del Centro Democrático es el ganador de la jornada, el 29,27 % de los votos que alcanzó también puede interpretarse como una derrota, pues es la primera vez en lo corrido del siglo que una candidatura uribista baja a ese porcentaje (que recogió menos de cuatro millones de votos), comparándola con las que adelantó el propio Álvaro Uribe, en 2002 y 2006, y con la que dejó en endosó a quien creía su sucesor natural, Juan Manuel Santos, en 2006.

El 15 de junio ese sentimiento uribista volverá al ruedo electoral, para demostrar si puede alcanzar una cuarta victoria presidencial consecutiva o si ya no refleja lo que piensan y quieren la mayoría de colombianos. También para dilucidar eso, las alianzas jugarán papel fundamental. 

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