Un verdadero reto político tiene el gobierno de Juan Manuel Santos para el último trecho de su gobierno: mostrar ejecución en las regiones y acercar el Gobierno a los colombianos. Ese será el vehículo para apostarle a que no sólo llegará la paz, sino que lo hará a un país unido.
Después de las semanas más críticas que ha pasado la administración, tal como lo reconoció el mismo presidente Santos, la recomposición de su equipo de gobierno es la jugada para retomar el camino. El mandatario incorporó a cinco ministros, que representan a distintas regiones y algunos con sobrada experiencia política. La decisión generó diferentes reacciones entre dirigentes políticos y analistas.
El presidente busca que el nuevo gabinete sea una representación total del país regional. El nuevo ministro del Interior, Aurelio Iragorri, proviene del Cauca; el de Justicia, Alfonso Gómez Méndez, es oriundo de Chaparral (Tolima); el nuevo ministro de Agricultura, es el vallecaucano Rubén Darío Lizarralde; el de Minas es el guajiro Amílkar Acosta y la nueva ministra de Ambiente es la santandereana Luz Helena Sarmiento.
Las primeras voces son de crítica. Como la del analista Iván Garzón Vallejo, director del programa de Ciencias Políticas de la Universidad de La Sabana: “La expectativa sobre el nuevo gabinete era que fuera una renovación, pero se dio el reencauche de algunos políticos tradicionales de las regiones. Con este cambio queda claro que el presidente decidió jugársela a fondo con el sector político del ‘samperismo’ para aceitar la maquinaria de la reelección”.
El académico agrega que Santos mostraba que iba a gobernar con el Partido de la U y con el sector liberal gavirista, sin embargo “la gran paradoja es que terminó gobernando con los sectores minoritarios de los liberales, pero que son los más influyentes. Así las cosas, se confirma la tesis que se había sostenido de que la Unidad Nacional era la forma de mantener a la política tradicional sentada en la misma mesa bajo el dulce de la mermelada”.
Garzón Vallejo habla también de la tendencia a rencauchar en el Ejecutivo y en el Legislativo a viejas figuras de la política: “Esto queda demostrado con que la cabeza de lista de los liberales seguramente será Horacio Serpa. Solo falta que Samper sea la fórmula vicepresidencial de la reelección de Santos”.
Otras opiniones son menos duras y rescatan la vocación regional. Por ejemplo, Yann Basset, profesor de Ciencia Política de la Universidad del Rosario, dice que la idea del presidente es darles más peso a estas: “hay una apuesta por desbogotanizar el gobierno. Ante las críticas que se le ha hecho a la gestión del presidente Santos, esta es una apuesta para que el Gobierno sea más cercano a la gente”.
Sin embargo, al preguntársele sobre la reelección, el académico asegura que no ve muy claro ese escenario y agrega que lo primero que tiene que hacer el presidente es resolver los paros y las protestas que se vienen presentando en el país. “No sabemos qué tan bien van a recibir los sectores que protestan a estos nuevos ministros, más a una persona que representa, por lo menos en el sector de la agricultura el modelo agroindustrial, que hoy es uno de los puntos neurálgicos para los manifestantes”.
Para el analista Ramiro Bejarano, el cambio en los ministerios se debe a que Santos escuchó el reclamo que había de “llevar regiones al gabinete y su deber es acercarse mucho a ellas”, según el experto en temas políticos, al mandatario “le dio miedo sacudirse a los ‘godos’ como Mauricio Cárdenas y María Fernanda Campo, quienes seguirán teniendo una importante voz en el gabinete”.
Otro analista, Armando Estrada Villa, resalta la que el cree una “sorpresa política”: que “Santos está tratando de revivir, en cierta medida, la disputa del Proceso 8.000 dentro del gabinete. Haber sacado al ‘gavirismo’ del Gobierno, representado en los salientes ministros del Interior y Justicia, y quienes son muy cercanos al expresidente Gaviria, es toda una jugada política”.
Agrega que “el Presidente Santos vive una situación difícil desde el punto de vista de la opinión. La encuesta revelada por el grupo Gallup, sobre la gestión gubernamental, le dio una calificación negativa en todos los campos al Jefe de Estado y uno de los retos con estos nombramientos es recuperar su imagen, credibilidad y aceptación. Además que también debe tratar de tener un gabinete competitivo, que ponga en marcha su reelección”.
LA DIVISIÓN ENTRE LOS POLÍTICOS
El senador José Darío Salazar, del Partido Conservador, aseguró que este Gobierno es anticonservador y dijo que la colectividad azul no debería continuar en la Unidad Nacional, pese a que en el gabinete tienen cuatro ministros: Ambiente, Educación, Agricultura y Hacienda, dos de ellos nuevos.
En esa misma línea, la presidente del Polo Democrático, Clara López, criticó que el primer mandatario no está interesado en cambiar a los políticos tradicionales y dijo que “la única manera de renovar el gabinete es cambiando de Gobierno”.
Una visión distinta es la del expresidente Ernesto Samper, quien asegura que los nuevos ministros le hacen bien al país y que Santos acertó al colocar un gabinete menos bogotano. Frente a las voces que aseguran que él es ahora el hombre fuerte del Gobierno, declara que los nombramientos de los ministros liberales se los debió haber consultado el presidente Santos al jefe del liberalismo, Simón Gaviria, pero no a él.
La Federación Nacional de Departamentos también apoyó el nuevo gabinete y lo calificó como “positivo para las regiones de Colombia”. En voz de su director, Germán Chica, “esta acción se reconoce como un esfuerzo del Gobierno para fortalecer el trabajo conjunto con las regiones del país”.
Comentó que en el caso del entrante ministro de Justicia, Alfonso Gómez, “ha venido realizando un trabajo cercano con los gobernadores; también son los casos del nuevo Ministro de Minas, Amílkar Acosta, quien venía representando a los departamentos productores de petróleo ante Ecopetrol, y del nuevo ministro del Interior, Aurelio Iragorri, quien ha estado respaldando a las regiones en los temas de mediación con el agro”.
LA PAZ
Otro reto para los nuevos ministros no es menor: convertir el proceso de paz en el vehículo de unión del país, para lo cual el mandatario ya les definió la hoja de ruta a sus nuevos colaboradores.
Al entrante ministro de Justicia, Santos le definió la misión de ser artífice de la política de justicia transicional con la cual se avalaría la reincorporación de los desmovilizados, una legislación especial que tiene grandes retos, como el que le impuso la Corte Constitucional al declarar exequible el marco legal para la paz, cuando indicó que los jefes guerrilleros deberán ir a la cárcel para pagar de alguna forma sus delitos, en especial sus acciones contra los derechos humanos.
Igual reto tiene el entrante ministro Rubén Darío Lizarralde, un empresario del agro, quien siempre ha estado vinculado al campo desde la industria de la palma. Asumió el compromiso de convertir en realidad el revolcón del campo al que se ha comprometido el presidente Santos, tras superar la mayoría de las manifestaciones del paro nacional agrícola. También deberá implementar el acuerdo agrario al que se llegó con las Farc en La Habana, que en criterio del Jefe del Estado no cambia la política estatal del agro, pero sí lo moderniza y lo hace más equitativo.
Serán meses de mucha expectativa, durante los cuales el éxito de la llamada desbogotanización del gobierno Santos dependerá en buena medida del desarrollo del proceso con las Farc en Cuba, para que la paz sea el vehículo que una a los colombianos.
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