Bolívar


En San Joaquín deben enfermarse una vez a la semana

Decían los abuelos que antes, en los pueblos apartados, la gente se moría ‘de repente’. De un dolor fulminante que nunca antes había sufrido, de un ‘mal’ que la fue acabando poco a poco, o de un sueño profundo del que nunca despertó.

Así, ‘de repente’, se sigue muriendo la gente en San Joaquín, Mahates, porque aunque están a solo 16 kilómetros del casco urbano de su municipio, no tienen acceso a un servicio de salud que les garantice siquiera un programa de promoción y prevención para detectar a tiempo las enfermedades y, cuando estas aparecen, no tienen una vía carreteable por donde puedan sacar a los enfermos.

Sus habitantes vivieron un suspiro hace tres años, cuando el Ministerio de Salud les entregó una ambulancia, pero hace dos meses la ESE Hospital Local de Mahates se llevó el vehículo y todavía lo están esperando de vuelta.

¿Por qué un corregimiento con 1.200 habitantes necesita una ambulancia exclusiva?

La razón es que el puesto de salud no es garantía de atención para ellos, pero los familiares de una niña de nueve años con leucemia, un adulto mayor con alzheimer y una mujer diagnosticada con cáncer de vejiga, nos lo explican.

La sonrisa de Saray

La Leucemia linfocítica aguda, LLA, el cáncer más común de la niñez, apareció en el cuerpo de Norela Saray Carmona Guerrero cuando tenía cuatro años. 10 meses después, la niña que jugueteaba con sus vecinos en el barro y las pequeñas corrientes que se forman en San Joaquín cuando llueve, estaba tendida en una cama, con atención exclusiva de su madre Elizabeth Herrera, quien sin tener trabajo fijo tuvo que irse a vivir a San Cayetano, en San Juan, para que la niña recibiera el servicio de home care.

“Allá llega la fonoaudióloga y el médico general, que la revisan mensualmente, pero debo pagar un arriendo de 200 mil pesos, que no tengo porque yo vivo de lo que la gente me da, como no puedo trabajar...”, contó Elizabeth.

Hace tres semanas se regresó a San Joaquín porque se aproximaba la fecha del pago y no tenía dinero. Ahora está en su casa familiar, una vivienda de bahareque con un solo cuarto y piso de barro. La niña necesita terapias que no le pueden ofrecer en su pueblo porque el puesto de salud no está en condiciones para ningún tipo de paciente. No hay personal que pueda aplicar las terapias, ni está la ambulancia, con la que los traslados de la menor serían más cómodos y económicos.
“Ahora debo solicitar a Mutual que traslade el servicio para acá, pero no sé si se pueda, la verdad es que no sé cómo ayudar a la salud de mi hija”, concluyó Eli.

El padre y la madre de familia

José María Martelo siempre ha sufrido de epilepsia. Su hija Jeni recuerda que desde que tenía 8 años lo acompañaba a la finca porque cuando sufría los ataques, alguien tenía que atenderlo. De eso hacen más de 40 años y hoy este padre de familia que a punto de agricultura sacó adelante a siete hijos, pasa la mayor parte del día sentado en una silla. La epilepsia mermó, pero ahora tiene alzheimer, disfunción coronaria, problemas renales y pulmonares, entre otros males por los que sus hijas deben atenderlo constantemente.

Hace unas semanas, sentado en esa misma mecedora, tuvo una reacción agresiva y al levantarse se hirió una hernia con la silla. Como no había ambulancia, tuvieron que salir corriendo a buscar un carro con el que pudieran sacarlo del pueblo. Ahora deben llevarlo al internista en Cartagena, pero para movilizarlo se gastan hasta 200 mil pesos.

Su esposa, Hilda Meléndez, es la otra cara de la falta de la atención médica en San Joaquín. Hace unos meses la operaron por un cáncer en la vejiga, pero esa afección no la identificaron en las consultas médicas semanales del pueblo, sino en un examen particular que sus hijas le mandaron a hacer.

A Jeni, su quinta hija, hace un mes le salió un absceso en la pierna izquierda y tenía que ir hasta Mahates para que la curaran, porque la auxiliar de enfermería solo puede hacer promoción y prevención.

Como ellas, decenas de pacientes esperan en San Joaquín que les arreglen el puesto de salud, que les arreglen la vía y que vuelva la ambulancia, para que sus enfermedades sean diagnosticadas y tratadas a tiempo, para salvarles la vida.

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