Con un recorrido por los cuerpos de agua del municipio de Maríalabaja, la “Corporación Desarrollo Solidario” hizo un llamado de atención a los gobiernos departamental y nacional para que se apersonen de la situación de estas zonas del departamento de Bolívar.
El evento, al que fueron invitados periodistas, académicos y líderes comunitarios, se dio a conocer como “Maríalabaja: disputas y resistencias por el agua”.
La CDS tiene 25 años de estar trabajando en los territorios rurales de Maríalabaja, Mahates, Arjona, en el área de influencia del Distrito de Riego, en El Carmen de Bolívar y en Ovejas (Sucre).
Gabriel Urbano Canal, subdirector de la entidad, resaltó que Maríalabaja es una zona privilegiada en recursos hídricos, compuesta por la represa de Matuya, Arroyo Grande y las ciénagas de Maríalabaja, de las cuales dependen muchas familias para consumo y mantenimiento.
“No obstante esos privilegios --advirtió Urbano Canal--, las comunidades no cuentan con el acceso al agua potable o para la producción agropecuaria, porque hay un problema de acaparamiento frente a los cultivos de palma de aceite, entre otros, que son de manos privadas”.
Prosiguió informando que esos cuerpos de agua sufren la deforestación de los arroyos que alimentan las represas que llegan hasta las ciénagas.
Otro problema es la contaminación por uso de agroquímicos, pero también el mal manejo de los ecosistemas, “lo que consideramos muy perjudicial, porque en un futuro podría estar en juego toda la riqueza natural de la región”.
Aseguró que las autoridades, tanto locales como departamentales, “muy poco escuchan las voces de las comunidades, porque consideran que el Distrito de Riego cumple una función importante para los cultivos, pero a veces están de espaldas a los problemas de la comunidad”.
Puso por caso los llamados que la Corporación ha hecho a Cardique para que mida los niveles de contaminación de las aguas, “pero lastimosamente no hemos tenido los resultados. Sin embargo, sabemos que están tan contaminadas que ya los campesinos de San José de Playón no la consumen. Prefieren el agua subterránea”.
Johana Herrera Arango, de la Universidad Javeriana, manifestó que lo que se da en Maríalabaja “es un verdadero despojo de recursos naturales, cuya consecuencia es la pérdida de biodiversidad biológica, que está al 60%, en términos de pesca dulce acuícola, donde especies como el moncholo y el coroncoro ya no se consiguen”.
La contaminación de suelos, por la aplicación de agroquímicos para la palma y la piña, también está presente en la zona, lo que está produciendo infecciones en las mujeres.
“Aún así --dijo la académica--, Cardique se hizo presente en el embalse de Playón en la más reciente mortandad de peces, y dijo que tanto los embalses como las ciénagas estaban bien oxigenados, que no había problemas y que no se explicaban la razón de la mortandad”.
Irina Junieles Acosta, funcionaria de Dejusticia, contó que, para la solución de este asunto, la comunidad instauró una acción popular que fue fallada por el Tribunal Administrativo de Bolívar, el 29 de enero de 2014.
En ese fallo ordenó que el municipio de Maríalabaja, en los 6 meses siguientes, desarrollara las acciones administrativas requeridas para lograr la prestación del servicio de agua potable; y que en los 18 meses siguientes (contados después de esos 6) se logrará que, de manera definitiva, la prestación del servicio fuera eficiente y oportuna.
Como medida transitoria, ordenó que la comunidad de La Suprema, donde abundan enfermedades en niños, recibiera el servicio mediante métodos alternativos, con el correspondiente seguimiento de Aguas de Bolívar y el Ministerio de Salud.
“Los términos --anotó Junieles Acosta-- están vencidos desde el 29 de enero de 2016 y hasta la fecha no se ha cumplido la orden del Tribunal”.
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