Pese a las múltiples revelaciones que hizo el fiscal de Montería, Víctor Esquivia, encargado de la investigación por la desaparición del director de la Oficina de Regalías de Córdoba, ingeniero civil Jairo Zapa Pérez, aún no se han terminado de armar las piezas del rompecabezas.
Aún no está claro si realmente el ingeniero Zapa Pérez fue estrangulado, como lo afirmó la testigo Georgina Isabel Valdez Valencia, enfermera que está en el programa de protección de la Fiscalía General de la Nación, pues no se ha revelado dónde estaría el cadáver.
Según la juez cuarta penal con funciones de control de garantías, Rossana Mattar Munive, la Fiscalía debe seguir la investigación con el fin de establecer el destino final del funcionario de la Gobernación de Córdoba, desaparecido el pasado 27 de marzo luego de reunirse en una casa del norte de la capital con sus compañeros de trabajo y contratistas Jesús Henao Sarmiento, 58 años, asesor científico de la empresa Semiagro; Maximiliano García Bazanta, 49 años, ingeniero asesor y subdirector de la Oficina de Regalías de Córdoba, y Carlos Alberto Pérez Escobar, de 37 años, abogado y docente universitario.
En la misma casa estaba Jesús Albeiro Torres Redondo, de 42 años, técnico profesional de sistemas; Zuath Naudith López Acevedo, de 19 años, bachiller, y Joice Rafael Hernández Muñoz, desmovilizado de las autodefensas, quien fue señalado por el fiscal como la persona que perpetró el crimen de Zapa.
Contradicciones de testigos
Según el fiscal, las múltiples contradicciones de las personas que compartieron los últimos momentos con el ingeniero Zapa motivaron las sospecha de las autoridades.
No coincidían los horarios que manejaban, daban versiones diferentes en las entrevistas de las autoridades y tenían un especial interés por señalar que Zapa se había ido con una ‘dama de compañía’, en un taxi y que tenía en su poder una suma de 50 millones de pesos.
Engañó a dueña de la casa
Otro de los elementos que valora la Fiscalía es que el ingeniero contratista Jesús Henao Sarmiento, sindicado de ser el autor intelectual de la desaparición de Zapa, prestó la casa de una subalterna, la bióloga Zayma Barrera Jaick, para una supuesta reunión con una española, aduciendo que a esta no le gustaban los sitios públicos y que era muy ‘fregada’. Reveló la propietaria del bien donde vieron por última vez al director.
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