Córdoba


Llorona de Cereté resultó ser esposa apasionada y gritona

NIDIA SERRANO M.

27 de agosto de 2013 12:00 AM

Los habitantes de Playa Rica, un populoso sector del municipio de Cereté, en Córdoba, llevaban varios días sin dormir ante el temor que les generaba la presencia de “la llorona”, ese personaje mítico que todavía asusta a grandes y chicos.
Aunque para muchos es leyenda, para los pueblos cordobeses la llorona es un personaje que no falta en todas las localidades. Algunos creen ciegamente en que existe esa alma en pena, que recorre las calles solitarias, preferiblemente en la noche, en busca de los hijos que le han quitado o que se le han perdido.
En el sector de Playa Rica en algunas noches se escuchaba el grito desesperado de una mujer. “Es la llorona” decían los abuelos del sector, quienes obligaban a los niños a que se acostaran temprano para que no fueran víctimas del espanto.
Otros decían haberla visto, con su cabellera larga y su vestido negro recorrer las calles de la pintoresca localidad cordobesa y perderse en medio de las pocas aguas que quedan en el caño Bugre.
Los más osados hicieron un ‘bloque de búsqueda’ y se quedaron en vela varias noches con el fin de ‘cazar’ el alma en pena y pedirle que los dejara en paz.
Los gritos y alaridos eran tan fuertes que no dejaba lugar a las dudas. Definitivamente una mujer gritaba muy fuerte en las noches, casi cuando despuntaba la madrugada.
María Dolores Pérez González, residente en Playa Rica, fue una de las que aseguró haber visto a la mujer que corría por la mitad de la calle del deprimido sector, donde prolifera la pobreza, el desempleo y el hambre.
“Todos aquí estamos nerviosos”, dijo la anciana, creyendo que había una especie de hechizo del cual eran víctimas.
Varias noches de desvelo bastaron para que el bloque de búsqueda descubriera la verdad de lo que les venía atormentando durante los últimos días.
Decidieron hacerle seguimiento a los gritos. De manera sigilosa se desplazaron por las calles del sector, con un pequeño foco de mano, pues estaban dispuestos a conjurar el hechizo.
En la medida en que avanzaban hacia el final de la calle, los gritos se hacían más intensos. De pronto descubrieron que provenían de una casa y con sigilo se acercaron hasta la ventana, aún pensando que se trataba de algo sobrenatural.
Todos pegados a la puerta del humilde hogar, alcanzaron a escuchar los gritos aún con más intensidad. Sin embargo, se llevaron una sorpresa: No era la llorona la que gritaba en forma desesperada sino una apasionada esposa que tenía relaciones sexuales con su pareja.
Hoy seguramente todos dormirán en paz, pues en Playa Rica no hay una llorona sobrenatural sino una mujer de carne y hueso. Sin embargo, para Sergio Ortega, presidente de la junta de acción comunal, la presencia de la llorona, de pelo negro y largo, que busca a sus hijos en las noches oscuras, no está del todo descartada.

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