Córdoba


Nuevamente colapsó la obra que prevenía inundaciones en Montería

NIDIA SERRANO M.

19 de diciembre de 2013 12:02 AM

Una vez más se hace latente el riesgo de inundaciones en dos poblaciones vulnerables de Montería, La Esmeralda y Boca de la Ceiba, en donde colapsó por segunda vez una obra ejecutada por la Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú y del San Jorge (CVS) en 2010.

La obra consistía en la utilización de llantas como trampas de sedimentación y basados en estudios, duramente cuestionados porque el sistema fracasó en otros países, se pusieron en las laderas del Sinú 250 mil llantas que hoy no se encuentran en su lugar.

El polémico contrato, el cual fue suspendido en una primera oportunidad, fue ejecutado por el Consorcio ECCOH 2010, representado legalmente por Consuelo Ojeda Visbal y la interventoría fue hecha por el Consorcio Braycon representado por Miguel Bettín Jaraba.

Para tal fin, el entonces director de la CVS, Elder Oyola, suscribió un contrato para cinco obras para corregir el problema de erosión en el Sinú y, por ende, las inundaciones que tradicionalmente azotan a La Esmeralda y Boca de la Ceiba.

Más de $15 mil millones
El valor del contrato fue de $15 mil 946 millones que incluía obras en Cereté y Lorica.

En el caso de la construcción de una estructura con llantas en La Esmeralda y Boca de la Ceiba,  en Garzones, al norte de Montería, se utilizaron 25 mil llantas de segunda con las cuales formaron el muro de contención del cual hoy no queda nada, pues la mayoría de las llantas se cayeron al río, sin que cumplieran la función para la cual habían sido puestas.

Las llantas fueron compradas en San Andrés Islas y su llegada a Córdoba generó una polémica de grandes proporciones, pues un grupo de ambientalistas insistió en que podría generar una contaminación de grandes magnitudes en el río Sinú.

Cada uno de los argumentos esbozados por los contradictores del proyecto eran rebatidos por el entonces director de la CVS con un estudio hecho por el ingeniero Eduardo Bravo, profesor de la Universidad Nacional de Bogotá, quien dijo que ese mecanismo había sido implementado en Guatemala y EE.UU.

Entonces, la empresaria Margarita Andrade García, quien era la delegada del presidente ante la junta directiva de la Corporación, dijo que conocía estudios en los cuales se señalaba el fracaso de la utilización de llantas. Sin embargo, la obra se ejecutó y antes de terminarla colapsó, razón por la que el director de la CVS exigió al contratista hacer los arreglos pertinentes y en rueda de prensa habló de fallas en la compactación del terreno.

Volvió a fallar
Hoy, tres años después, la estructura volvió a fallar y al río se fueron miles de millones de pesos de recursos de regalías.

Las llantas debían quedar ubicadas en las orillas para que dirreccionara el agua, alejándola de la orilla y así evitar la erosión. Sin embargo, el efecto fue justamente el contrario.

La obra prácticamente se desmoronó dejando a cerca de mil habitantes en riesgo de inundaciones, de contraer dengue, porque en las pocas llantas que quedaron se producen larvas de mosquitos y, peor aún, sin cerca de 100 árboles que talaron para empezar la obra, con lo que la ribera del Sinú queda con más riesgo de erosión.

El actual director de la CVS, Roberto Tirado, quien fungía como secretario general de la Corporación cuando se firmó el contrato, dijo, dos años después, que esa obra no debió ejecutarse.

Pese a que en diciembre de 2012 el contratista fue sancionado con una multa de $300 millones y el interventor con $34 millones y de los múltiples plazos a principios 2013, nada cambió para los pobladores de Boca de la Ceiba.

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