En medio del dolor que les causa recordar a sus familiares y amigos asesinados hace 16 años por grupos paramilitares, los habitantes de los corregimientos de Canutalito, Canutal y varias veredas de la parte baja del municipio de Ovejas, buscan llamar la atención estatal para que mire hacía ellos porque “nosotros también vivimos una masacre”, expresaron ayer en un evento de reconciliación y memoria histórica de los hechos violentos que tuvieron que padecer.
El 16 de febrero del año 2000, los habitantes de estos corregimientos y las veredas Pativaca, Bajo Grande, El Cielito, Palmarito, y Puerto Príncipe sintieron en carne propia el horror causado por paramilitares que incursionaron en estas zonas y fueron dejando a su paso varios muertos, 18 en total, antes de llegar a El Salado, jurisdicción del departamento de Bolívar en donde perpetraron otra masacre dos días después.
“Nosotros buscamos visibilizar el territorio, ya que paralelo a la masacre de El Salado, también tuvimos eventos muy violentos y durante mucho tiempo, pero hemos estado invisibles para el Estado y nos tocó levantarnos solos, sufrir la violencia solos. Buscamos que en el Centro Nacional de Memoria Histórica también hagan un recuento de la historia de Canutalito y toda esta zona de Ovejas”, manifestó la líder comunitaria Margarita Domínguez Galván.
Es así como habitantes de estas zonas rurales se dieron cita en la mañana de ayer, algunos que retornaron y otros que llegaron de pueblos vecinos en donde habitan para recordar a sus víctimas, para rendirles un homenaje y con la esperanza de que hechos como los padecidos nunca más vuelvan a repetirse en los Montes de María. La jornada contó con el apoyo de la OIM e inició con una Eucaristía, y posteriormente develaron una placa como homenaje póstumo a las víctimas.
Recordando a las víctimas
Los habitantes de las referidas comunidades recuerdan como durante varios días estuvieron sitiados, no podían salir de sus viviendas y varios grupos paramilitares se concentraron en las vías de acceso a Canutalito y Canutal sembrando el terror y acusando a algunos de formar parte de grupos guerrilleros porque al parecer esa era la información que tenían en ese momento. “Sin embargo se dieron cuenta que las personas que habitábamos aquí somos de bien y trabajadoras, y por eso la tragedia gracias a Dios no fue mayor”, dijo un habitante de Canutalito, indicando que aún tiene pesadillas sobre esos amargos hechos.
Durante el evento de reconciliación y de memoria histórica recordaron a sus víctimas, algunos esposos, padres, hijos y en fin personas que según sus familiares lo que hacían era trabajar la tierra para sacar adelante a sus familias, fueron ellos: Moisés Gutiérrez, Benjamín José González Anaya, Miguel Martínez Narváez, Manuel Antonio Martínez Rodríguez, Amaury Martínez Simanca, Felix Pérez Salcedo, Jorge Mercado Vergara, Daniel Francisco Díaz Morales, Emiro Castilla Castilla, Dairo González Olivera, Eder Julio Sánchez, Jhon Nuñez Sánchez, David Nuñez Sánchez, Miguel Antonio Avilez, Liborio Cortez Rodríguez, Luis Alfonso Peña Salcedo, Rafael Antonio Núñez Sánchez y Silfredo Brochero Bermúdez.
Una herida que no deja de sangrar
Diva Chamorro Ortega es la viuda de Luis Alfonso Peña Salcedo, relata que su esposo fue asesinado el 17 de febrero en la vereda Puerto Príncipe en donde se dedicaba a cuidar ganado en unas parcelas y ella habitaba en Sincelejo. “Me desplacé a Sincelejo y 15 años después recibí un subsidio de vivienda, uno de mis hijos vive aquí. Este evento de hoy es una sorpresa porque en 16 años a las víctimas de Ovejas no nos habían tenido en cuenta, no teníamos una voz para que nos escucharan”, aseveró.
Agregó que no ha sido fácil, muchos se desplazaron y no han podido volver, “como víctimas nos ha tocado perdonar, por la misma situación que vivimos, y poder liberarnos de ese odio, ese dolor que nos acosa en todo tiempo. Esa herida nunca deja de sangrar”, indicó.
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