Hace cinco años, el Servicio Geológico Colombiano (SGC) realizó un estudio de caracterización sobre diapirismos o volcanes de lodo en el país, un fenómeno geológico que se evidencia especialmente en la costa Caribe.
En Cartagena, se identificaron diapirismos de lodo en zonas rurales de la ciudad como Bayunca, Membrillal y Punta Canoa. En el resto de Bolívar, está el más conocido diapirismo de lodo del departamento: el volcán del Totumo, en el corregimiento de Galerazamba, en Santa Catalina, municipio en el que también se identificó otro, esta vez en el corregimiento de Pueblo Nuevo. En Turbaco hay diapirismos de lodo en inmediaciones de la urbanización El Rodeo y en el corregimiento de Cañaveral, mientras que existe otro en el corregimiento de Flamenco, en Marialabaja.
Este fenómeno –que en algunos casos de los identificados en el departamento son aprovechados como atracciones turísticas– merece mayor observación y monitoreo para prevenir eventuales riesgos a las poblaciones que habitan en sus inmediaciones. Esa es la advertencia que ha hecho el grupo de investigación “Amenazas naturales” del programa de ingeniería civil de la Universidad de Cartagena. Los investigadores consideran necesario que desde el orden local se gestione la actualización de los últimos estudios realizados, teniendo en cuenta que han crecido asentamientos en las zonas donde se identificaron diapirismos de lodo.
“Este es un fenómeno geológico que no es reciente, pero aún no se le ha dado la difusión que requiere, sobre todo porque cuando ocurren pueden generan una erupción en la que pueden salir 60 mil metros cúbicos de lodo, lo que en algunas zonas cubriría una extensión casi de 500 metros. Además, generaría grietas radiales en el terreno y, también, como ese lodo contiene gas metano pueden provocarse incendios, por lo que es un alto riesgo para toda la población que se encuentre en su zona de influencia”, explicó a El Universal Guilliam Barboza, coordinador del grupo de investigación.
Entre las conclusiones a las que han llegado los investigadores de la UdeC está que “los mayores peligros de estos volcanes radican en que sean cubiertos por cualquier tipo de estructura, ya que el confinamiento de las bocas es perjudicial para la despresurización de los manaderos lo que puede conllevar a movimientos de tierra y erupciones violentas”.
MEMBRILLAL Y FLAMENCO
El docente indica que estas advertencias las han extendido a las autoridades locales –en el marco de consejos de gestión del riesgo–, recomendando solicitar al SGC actualizar los estudios, pese a que la identificación de estos fenómenos ya están incluidos en sus planes de gestión del riesgo y también se han de tender en cuenta en las actualizaciones de los planes de ordenamiento territorial.
“El SGC tiene identificados todos estos volcanes, pero toca monitorearlos, hacerles instrumentación, medir su concentración de gases, la deformación de sus domos, hacer estudios de geofísica sísmica para determinar por dónde van los conductos, su geometría, entre otros aspectos. Todo esto se puede monitorear con el fin de entregar recomendaciones antes que ocurra un evento”, afirma Barboza.
Según el grupo de investigación, los volcanes de lodo que más inquietan son el de Membrillal, en zona rural de Cartagena; y el de Flamenco, en Marialabaja, debido al gran número de familias que se han asentado en sus proximidades, sin que aparentemente haya ningún tipo de control.
“El caso de Membrillal es el que más nos preocupa porque la población está en la zona de influencia del volcán de lodo. En caso de que explotara, el impacto sería inminente y el riesgo inmediato, ya que las ‘bocas’ se están abriendo en los patios de las casas”, manifiesta.
En el sector del campo deportivo de Membrillal se ubica el diapirismo identificado. Una de las “bocas” que menciona el investigador hasta hace un año estaba “bastante alterada”, según lo describieron residentes, haciendo referencia al gran tamaño que tenía y las continuas expulsiones que hacía. Pese a que esta se cerró de manera natural –aunque en el sitio se observan pequeños orificios de los que brota líquido–, los vecinos señalan que hace un mes una nueva se está abriendo en mitad del campo deportivo.
Sobre el caso en Flamenco, Barboza considera que “puede presentar riesgo porque está en una zona alta y la población está cerca”. De hecho, en el corregimiento hay una llamada “calle del volcán” que señala la proximidad que hay para llegar desde el pueblo al diapirismo de lodo.
UN OBSERVATORIO
William Méndez, otro miembro del grupo de investigación, insistió en que para lograr un monitoreo sobre estos fenómenos en la ciudad y el departamento, “se requiere una especie de observatorio vulcanológico del lodo, porque así podríamos hacer un monitoreo más preciso sobre esas erupciones y sus características, los componentes del lodo y su relación con las erupciones, seguimiento de la recurrencia de estas erupciones, ya que hay una actividad permanente, recordemos que en 2013 hubo erupciones en los volcanes de El Rodeo”.
Un observatorio de esta envergadura podría significar una inversión gruesa, en cuanto a recursos, por lo que los investigadores sugieren que para ese propósito desde el ámbito local se realicen gestiones ante el Servicio Geológico Colombiano.
"HEMOS IDENTIFICADO E INFORMADO"
Consultados sobre las acciones que se han realizado frente a estos fenómenos, voceros de Cardique –entidad que también está al tanto de la existencia de los diapirismos de lodo– explicaron que los monitoreos que advierte el grupo de investigación de la Universidad de Cartagena “requieren de mucha más investigación y recursos que corresponderían al Servicio Geológico, por sus capacidades. Cardique lleva sus primeras etapas, que son de ubicación y de entregar esa información a los municipios para que cuando realicen sus planes de ordenamiento territorial eviten que se asenten poblaciones en dichas zona o se entreguen licencias de construcción”.
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