Luis Urzúa, el jefe de turno cuando 33 mineros quedaron atrapados en una mina al norte de Chile por un derrumbe, explicó tras ser el último en ser rescatado que "cuando llegó la primera sonda (al refugio) todos querían abrazar el martillo". "Eran las seis de la mañana cuando llegó la primera sonda y teníamos todo un protocolo para el primer día que llegara una sonda. Pero se olvidó todo, todos querían abrazar el martillo", relató Urzúa en una conversación que mantuvo con el presidente Sebastián Piñera y el jefe del rescate, André Sougarret. Urzúa explicó que en esa primera sonda que los halló en vida tras 17 días de incertidumbre, "había (colgados) varios papeles: uno decía 'mándame papa' (comida), 'tengo hambre'... Fueron bastantes papeles, pero Dios quiso que llegaran los que debían llegar". El mensaje que confirmó a todo el mundo que los 33 mineros estaban en vida fue escrito por José Ojeda, y resumía perfectamente toda la información necesaria: "Estamos bien los 33 en el refugio". Según Urzúa, tras el accidente, ocurrido el 5 de agosto, tardaron unas tres horas en poder divisar cual era su situación, por culpa de la polvareda que se levantó. Hicieron varios intentos para salir, y "mucha gente de repente trató de hacer cosas que no eran las mejores, pero por suerte supimos mantener la cordura, y gracias a Dios no hubo ningún accidentado", explicó. Su principal preocupación, entonces, fue la suerte de otros compañeros que en ese momento estaban abandonando la mina tras su turno de trabajo. "Rogamos porque teníamos 3 ó 4 personas que iban saliendo. Siempre nos preguntamos si habrían salido o no", dijo. "Nosotros veíamos como perforaban las máquinas. Los primeros cinco días estábamos seguros que estaban trabajando por la mina, pero veíamos que era difícil. Sabía como estaba la cosa", relató Urzúa. Sorpresivamente, el jefe de turno explicó que "estábamos todos contentos". "Yo de repente podía decaer pero tenía la suficiente fortaleza para hablar con los trabajadores, decirles lo que estaba pasando", afirmó. Urzúa recordó los primeros días de encierro y explicó que "teníamos poquita comida". "Al último estábamos comiendo cada 48 horas, para dejar algo para más adelante". "Los que tenemos fe, teníamos la esperanza de que algún día podíamos ser rescatados. Le damos las gracias a Dios", agregó. "Creo que es bonita esta historia... Dios por algo hace las cosas. Muchos pueden decir que esta fue una parafernalia, pero no, estuvimos los que estuvimos que estar" dijo Urzúa. Piñera, por su parte, le explicó la preocupación que se vivió en Chile porque "perforábamos pero no sabíamos donde estaban, si estaban vivos o muertos". "Se lloró en todos los hogares de Chile de alegría y emoción", afirmó el mandatario, quien sentenció: "No lo vamos a olvidar nunca".
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Urzúa: "Cuando llegó la primera sonda todos querían abrazar el martillo"
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