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Competitividad, crecimiento y corrupción

RUDOLF HOMMES

22 de mayo de 2011 12:00 AM

En Colombia hubo cambios estructurales no favorables para aumentar la productividad laboral. Estos consistieron en que la participación del sector industrial en el empleo disminuyó, como lo hizo la del sector agropecuario, al tiempo que aumentó vigorosamente la del sector servicios.
En parte, estos cambios fueron en la dirección correcta porque el sector servicios (transporte, sector financiero, comunicaciones y gobierno son servicios) tiene mayor  productividad que el sector agropecuario, pero como disminuyó la participación del sector industrial en el empleo del, cuya productividad es mucho mayor que la del de servicios, la productividad laboral promedio aumentó muy poco entre 1990 y 2007.
Lo ideal hubiera sido que aumentara la participación del sector industrial en el empleo en relación con el resto de la economía y que el peso del sector agropecuario en el empleo hubiera caído, a medida que se modernizara este sector. Pero el sector agropecuario se estancó, sin mejorar su productividad laboral y perdió peso en la economía y en el empleo. El sector más dinámico no fue el industrial sino el de servicios, que absorbe mayor proporción de la mano de obra. Hacia adelante sigue siendo necesario que crezca aceleradamente el sector industrial, que aumente la eficiencia del resto de la economía y que mejore la productividad del sector de servicios, para que libere mano de obra que se emplee más productivamente.
Para lograrlo, los sectores industrial y agropecuario deben aumentar mucho la producción e inducir mayor cambio técnico (este se ha dado en el sector industrial pero no en el agropecuario). Estos cambios tienen mucho que ver con la apertura de la economía y con la composición de las exportaciones. Si la industria o la agricultura son excesivamente protegidas, y los empresarios producen para el mercado interno a precios no competitivos, su crecimiento lo limitará el tamaño de ese mercado. Tendrían que orientarse hacia el mercado externo y no tienen estímulo para hacerlo. En el sector agropecuario ha hecho falta mayor inversión pública y privada, menores subsidios, investigación, infraestructura y extensión agropecuaria, mayor seguridad y cambiar radicalmente las políticas.
Para mejorar la productividad del sector servicios se debe mejorar la calidad y la productividad del Gobierno. Parte esencial e indispensable de ese esfuerzo es combatir la corrupción, que también afecta al sector privado, y la incompetencia, generalmente más notoria en el sector público.
En el diario La República se informó el miércoles pasado que cayó la competitividad de Colombia, según la metodología del Institute for Management Development, en Suiza, y que una de las razones para estar al final de la cola de 59 países es el (mal) gobierno. Esto se debe en parte a la corrupción y también a que el Gobierno obstaculiza, sin ser productivo. Le extrae recursos y energía al sector privado y los despilfarra en malos proyectos, o los pasa a los bolsillos de sanguijuelas politiqueras, de contratistas venales o de empleados holgazanes, como ha venido sucediendo con frecuencia e intensidad intolerables. El efecto de esto sobre la competitividad y el crecimiento es muy negativo y el que tiene sobre la moral pública y la confianza de la gente en las instituciones ha sido demoledor.

rhommesr@hotmail.com
 

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