“Vengo aquí desde antes de dar a luz. Cuando estábamos embarazadas, a las otras madres y a mí nos enseñaban cómo debíamos comer, qué ejercicios podíamos hacer y que el hablarles y estimularlos con música desde que están en el vientre es muy importante”, relató una mamá que lleva a su hijo recién nacido al centro aeioTU de Sopó. Y es que muchas madres ya son conscientes de que tienen que estimular a su hijo desde la gestación, pero no solo eso, sino que deben tratar de tener un embarazo tranquilo, que el estrés y la angustia que puedan llegar a sentir no se traspase al bebé, porque las consecuencias en sus primeros años de vida pueden llegar a ser fatales.
De acuerdo con un informe de De Cero a Siempre, desarrollado por la Presidencia de la República de Colombia, solo el 10,9% de los niños entre cero y seis años logra sobrevivir, esto porque 60% es pobre y de este el 23,4% vive en extrema pobreza. Según estos datos, la situación de estos hogares hace que las madres tengan un embarazo difícil, que no tengan las facilidades para tratarse, ni asistir a controles, ni mucho menos ir a un centro para que le indiquen cómo cuidar al bebé o cómo estimularlo para que sea un niño sin ningún trauma y con una salud mental más que óptima.
“Hay varios factores que permiten un desarrollo adecuado, entre ellos un buen estado nutricional, un ambiente social y emocional favorable, excelente nivel de atención, educación y cuidados parentales, además de estar en interacción con experiencias que promuevan estímulos de calidad, considerando la armonía entre impulsos cognitivos, sensoriales, motrices, sociales, emocionales y morales. Un ambiente libre de estrés tóxico también es una condición que debe ser garantizada por el adulto”, asegura Anna Lucía Campos, presidenta de Asedh, directora general de Cerebrum y consultora de la OEA para el cumplimiento del Compromiso Hemisférico por la Primera Infancia.
Sin embargo en los países latinoamericanos, en los que el 52% de los embarazos no son planificados ni deseados, lograr un ambiente libre de estrés tóxico, en el que las madres sean conscientes de que su angustia afecta al niño y donde la violencia intrafamiliar no sea cosa de todos los días, es muy complicado de manejar.
Las consecuencias de un ambiente insano
“Tratamos de que este sea un proceso completo, que las madres vengan aquí desde la gestación para enseñarles cómo deben cuidar a su bebé, el amor que les deben dar para que su parto no tenga complicaciones y después vengan aquí para seguir recibiendo instrucciones para estimular a sus hijos”, comenta una maestra de un centro aeioTU.
Sin embargo, la realidad tiende a sobrepasar los proyectos y según el Instituto de Medicina Legal de Colombia, en 2013 se registraron 20.904 casos de violencia interpersonal contra menores de edad, 478 de ellos fueron contra niños entre cero y cuatro años. Además, 9330 casos de violencia intrafamiliar cobraron entre sus víctimas 1483 niños de cero a cuatro años, con un registro de 2314 casos de abusos sexuales entre menores de estas edades.
Todos estos casos de violencia intrafamiliar no tratada a tiempo no solamente pueden conducir a la muerte del menor en algunos casos, sino que pueden crear traumas y daños irreparables a los bebés desde el mismo periodo de gestación, sin que la madre se dé cuenta de que esto está sucediendo.
“Investigaciones realizadas por la Child Trauma Academy demostraron que las experiencias desfavorables durante la infancia como la violencia familiar, la negligencia, el abuso, el maltrato y hasta la depresión de los padres pueden afectar de manera traumática a un niño, logrando ejercer fuerte influencia en su salud mental o, en grados más elevados, provocando un impacto negativo en el desarrollo de su cerebro”, explica Campos.
Por eso, programas como De Cero a Siempre tratan a las madres desde la gestación y les inculcan que la conversación es importante desde el vientre. El ambiente al que acuden es tranquilo, un oasis en medio de sus problemas donde se dan cuenta de que sí pueden sobrevivir y que lo tienen que hacer por su bebé.
“Varias investigaciones han señalado que las experiencias físicas, sociales, emocionales, cognitivas, sensoriales, nutricionales y con experiencias que generan estrés tóxico, a las cuales están expuestos los niños y niñas, son críticas y cruciales para la organización neurológica de su sistema nervioso y para el desarrollo del cerebro, pudiendo dejar huellas para toda una vida. En este sentido, padres, educadores, psicólogos, asistentes sociales y toda persona que conviva, atienda y eduque a un niño o niña lleva una enorme responsabilidad sobre los hombros: conocer cómo se da el proceso de desarrollo cerebral en la infancia para entender cómo estimularlo o cómo hacer de la educación una herramienta para el desarrollo humano”, afirma la directora general de Cerebrum.
¿Qué se está haciendo y qué se puede hacer?
“La ayuda que me han dado en este centro desde que estoy embarazada, y ahora con mi hijo recién nacido, no tengo cómo agradecerla, ninguna de nosotras tiene cómo agradecerla. Sobre todo que también van a nuestras casas a ver qué necesitamos durante el embarazo y cómo cuidamos a los niños cuando damos a luz”, dice emocionada una madre que lleva a su hijo al centro aeioTU de Sopó.
En Colombia, programas como De Cero a Siempre y centros como aeioTU han logrado durante los últimos años proyectos que impulsan a las madres a tener un mejor cuidado durante la gestación, a la importancia que tiene la alimentación durante el embarazo y a que tienen que estar en un ambiente libre de estrés, que no sea tóxico.
Según el Ministerio de Salud, de lo que se trata es de que los niños estén protegidos y que las madres sientan que no están solas en todo este proceso. Lo que se ha estado haciendo es invirtiendo a largo plazo para que los futuros adultos o adolescentes no sufran traumas y puedan aportar a la sociedad.
Como todos los programas que buscan trabajar con la primera infancia, los esfuerzos que se están haciendo en temas de salud, y más de salud mental, son una inversión a largo plazo. Si un niño está en un ambiente sano desde los cero hasta los cuatro años, cuando el cerebro se desarrolla un 95%, tendrá muchas más oportunidades de éxito. “Yo estoy acá por mi hijo, me han enseñado cómo cuidarlo y eso es algo que tengo que agradecer, dice una madre de un centro aeioTU.
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