Enfermedades


¿Qué pasa con la vacuna del VPH?

KENDRY SERRANO

31 de agosto de 2014 12:02 AM

Son muchas las especulaciones y miedos que se han generado en el país y en especial en el municipio de El Carmen de Bolívar, a raíz de la gran cantidad de niñas menores de 18 años que  han presentado síntomas asociados a la parestesia -  hormigueo, adormecimiento o ardor en las extremidades-, dolores de cabeza , mareos y desvanecimiento consciente.

La hipótesis más frecuente para los habitantes del municipio ha sido la relacionada con los posibles efectos secundarios de la vacuna para prevenir la aparición del virus del papiloma humano (VPH), que se ha venido aplicando a las niñas en los diferentes colegios del país  y que al parecer es el mayor punto común entre las afectadas.

Otras posibilidades como factores ambientales, contenido de plomo  en la sangre de las afectadas y una probable enfermedad psicogénica masiva, han sido contempladas por los diferentes profesionales que se encuentran investigando esta situación en el territorio. Hasta el momento el argumento del plomo está descartado ya que el equipo de toxicólogos solo encontró dos pacientes que contenían este metal en la sangre. Las demás hipótesis esperan ser confirmadas o invalidadas con el resultado de los estudios físicos que se adelantan en las menores (Lea aquí: Vacuna contra VPH no afectó salud de niñas de El Carmen de Bolívar: Invima) .

Sin embargo, existe otro tema preocupante de salud pública que se está desarrollando a partir del miedo generalizado de la población y que está pasando desapercibido. Se trata de la fobia masiva a cualquier tipo de vacuna, incluso a aquellas que hacen parte del esquema obligatorio durante la primera infancia, lo cual puede traer como consecuencia un retraso o colapso en  el sistema de la salud del municipio y un alto riesgo de vulnerabilidad para los menores.

Sin dejar de lado el aumento de la cantidad de opositores de la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH), considerado como el  principal causante del cáncer de cuello uterino, que a su vez está clasificado como el primer motivo de mortalidad por cáncer en las mujeres colombianas.  Se estima que en el país una de cada 25 mujeres desarrollará esta patología y más de 2,300  morirán de esta enfermedad. Así mismo, casi el 80 %  tendrá contacto con este virus  a lo largo de sus vidas.

El oncólogo Haroldo Estrada López afirma que “el cáncer de cuello uterino  es un grave problema de salud pública que está  causando la muerte de mujeres jóvenes y que en consecuencia   está dejando una gran cantidad de niños huérfanos de madres. Por lo tanto, debe tratar de frenarse la desinformación que hay alrededor de la vacuna, porque esta podría evitar la muerte de miles de mujeres por  esta enfermedad. Además  no se justifica que a causa de una hipótesis que no se ha comprobado, no se aproveche el esfuerzo que está realizando el Estado por brindar la vacuna de manera gratuita, cosa que en muy pocos países se ofrece”.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), en su reciente pronunciamiento a través de su representante, Andrea Vicar,  aseveró, en relación a la situación en el municipio de El Carmen de Bolívar, que la vacuna es segura y no es la causante de lo que está sucediendo con las niñas (Lea aquí: Gobernador pide calma en caso de niñas de El Carmen de Bolívar).

Por su parte, la ginecóloga y oncóloga Sonia Londoño, representante del Instituto Nacional de Cancerología y de la Sociedad Colombiana de Ginecología, manifiesta que “ha habido más de 175 millones de dosis  de la vacuna en el mundo, en EE.UU., por ejemplo, se han aplicado más de 65 millones de dosis y solo se han presentado 27.000 casos con efectos secundarios. Estos han sido mínimos en comparación con el beneficio real demostrado en los estudios clínicos y cualquier sistema de vacunación produce efectos secundarios. Entonces las entidades de salud tienen que ser vehementes  en socializar  estos estudios. El hecho de que casualmente en el caso de las niñas haya una aplicación de la vacuna, no significa  que sea un hecho real demostrado y ante algo hipotético debe primar el beneficio real amparado por estudios reales, eso es lo que hay que difundir”.

Adicionalmente , Londoño manifiesta que “hay beneficios potenciales  de alta eficacia demostrada con un bajo riesgo de efectos secundarios de  que si se utiliza la  vacuna en contra del VPH en niñas que no han sido expuestas al virus, hay una posibilidad de que el 95% de las menores no se infecten y por ende disminuyan el riesgo de contraer cáncer de cuello uterino”.

En este sentido, una de las principales fallas que han tenido las entidades de salud está relacionada con la falta de información a la población responsable de las niñas a las que se les ha aplicado la vacuna. Muchos padres han manifestado a los diferentes medios de  comunicación que nunca fueron informados del procedimiento que se les realizó a sus hijas. “Esto es un jalón de orejas a las entidades responsables. Debe haber más información tanto para el personal de salud, como  al personal paramedico y al población en sí”, dijo Sonia Londoño.

¿CASO DE PSICOGÉNICA MASIVA?
La psicogénica masiva tiene síntomas inespecíficos que se presentan en grupos de personas de manera inconsciente, en ocasiones desarrollada por amenazas biológicas. El psiquiatra  infantil, Walter Pontón, afirma que la situación presentada en El Carmen de Bolívar “no tiene ninguna relación con la vacuna ya que esta se está aplicando en todo el mundo y esta situación solo se ha presentado aquí.

“La impresión que yo tengo, debido a que los síntomas también se han presentado en niñas que no se han vacunado, es que se trata de una reacción de crisis colectiva, lo que popularmente llaman ‘histeria de masas’, lo cual es un efecto en cadena cuando se presentan síntomas neurológicos e inespecíficos, muchas veces relacionados con hiperventilación, la cual produce síntomas como hormigueo en las extremidades, en la boca; sensación de ahogo, taquicardia; mareo o parestesia y/o sensación de calor o frío”.                                                                                                                                                                              

“Los síntomas están, lo que toca es manejarlos desde el punto de vista de la ansiedad de las víctimas. Lo que vemos es que todas repiten los mismos síntomas, todas llegan desmayadas pero conscientes, no hay perdida del control de esfínteres, no hay cuadros convulsivos y lo que sí hay es una transmisión en masa. Sin embargo, hay que descartar alguna patología orgánica y hasta el momento los estudios no han revelado que exista”.

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