Salud


Eso que todos nos preguntamos sobre la futura vacuna contra el COVID-19

¿Será seguro aplicarnos una vacuna desarrollada tan rápidamente? Un experto responde que sí y explica por qué.

LAURA ANAYA GARRIDO

13 de agosto de 2020 07:32 AM

Nunca antes la humanidad había estado tan expectante por una carrera: no se trata de una justa deportiva, sino de una competencia científica de altísimo nivel por desarrollar una vacuna segura y eficaz que pueda prevenir la enfermedad causada por el nuevo coronavirus, es decir, el COVID-19. Que Rusia ya registró la primera vacuna, que Estados Unidos ha invertido miles de millones de dólares en desarrollos de Johnson & Johnson, o que ha apoyado las investigaciones de Oxford, la prestigiosa universidad de Inglaterra. Todos los días hay una noticia nueva, pero tan grandes como el anhelo de la vacuna son las preguntas de los ciudadanos de a pie alrededor de ella. Tal vez la más grande e importante es: ¿sí es seguro aplicarme una vacuna que se ha desarrollado en tiempo récord? La respuesta es sí y Marlon Gustavo Múnera Gómez, biólogo, magister en Inmunología y Phd en Ciencias Biomédicas, explica por qué.

“Lo que hemos visto es que las vacunas que están por salir, por pasar a la fase 3 y a la fase de mercado, sí brindan seguridad y sí brindan protección”, dice el doctor Múnera.

Confiar es la clave

“Las dudas más frecuentes están relacionadas con su seguridad, siempre hay un miedo grandísimo dentro de la población con este tema y sobre todo en el COVID-19, que es nuevo”, anota el doctor Múnera y señala que “este contexto está inundado de teorías de conspiración”, lo cual siembra dudas peligrosas “sobre si la vacuna es necesaria, sobre su seguridad, sobre el costo, qué tan accesible será”.

Aunque reconoce que antes del COVID-19 desarrollar una vacuna tomaba entre cinco y diez años y estamos ante un momento sin precedentes -se han desarrollado propuestas de vacunas en siete meses-, el doctor Múnera resalta que es justo y necesario confiar en la comunidad científica.

“Lo que hemos visto es que las vacunas que están por salir, por pasar a la fase 3 y llegar a la fase de mercado, sí brindan seguridad y sí brindan protección”, dice. “Y hay que ser enfáticos; los datos actuales con los que se cuentan permiten concluir hasta el momento que las propuestas de vacunas como la de Oxford muestran seguridad y eficacia. Por ese lado, la preocupación no puede ser el impedimento para que las vacunas sean aceptadas”, añade. (Le puede interesar: A casi 30 millones de colombianos llegarían primeras vacunas contra Covid)

Así es el proceso

1. “Lo primero es tener una concepción del formato de la vacuna, con esto quiero decir que una vacuna tiene dos grandes componentes: uno que llamamos a fase adyuvante y una que llamamos la fase antigénica, hay que decidir qué partes del patógeno queremos que la respuesta inmune neutralice, para así evitar el desarrollo de la infección, en el caso e las vacunas, contra agentes patógenos, y en el caso de los adyuvantes, son moléculas, sustancias que ayudan a modular el tipo de respuesta inmune que queremos producir en el cuerpo”.

2. “Una vez ya hemos seleccionado el tipo de antígeno y el componente del patógeno hacia el cual se quiere generar la respuesta inmune, se empiezan a hacer estudios en modelos animales”, dice el doctor y explica que los más usados son los ratones o primates no humanos. Aquí lo que se prueba es: primero, qué tipo de respuesta inmune induce, si induce anticuerpos que bloquean la infección. Se evalúan unos primeros alcances clínicos, por ejemplo, si produce demasiada inflamación o fenómenos de autoinmunidad, o sea algunos efectos adversos. Los modelos animales son los que nos dan los primeros indicios de cómo se va a comportar la vacuna más adelante. No es algo preciso, pero sí nos ayuda a tener luces iniciales”. (Lea además: Vacuna contra COVID-19 probada en EE.UU. va a ensayos finales)

3. “Vienen las fases clínicas de desarrollo, son hasta cuatro fases: en la primera se prueba en un grupo pequeño de individuos la seguridad de la vacuna, o sea, que no genere efectos adversos. Hay que tener en cuenta que aquí lo que se busca es que la vacuna, por mucho beneficio que provoque, tampoco dañe al paciente. Ya la fase 2 y la 3 tienen que ver con la eficacia de la vacuna o que efectivamente genere protección. “Las Fase 3 es donde se toma mucha más población, más de mil individuos, para ver si los resultados que se obtuvieron antes se repliquen, porque aquí la clave es que se repliquen. Y ya una fase 4, que es la más demorada es cuando ya la vacuna esté circulando, empezar a tomar registro, por ejemplo, si ha producido efectos adversos, si ha fallado en generar inmunidad, todos esos son los criterios a grandes rasgos de lo que se tiene en cuenta al generar una vacuna”.

¿Qué es lo más complejo?
“Que la vacuna no provoque efectos adversos, porque pueden comprometer incluso la vida del paciente. Lo otro es que con todo lo que concierne al movimiento antivacunas, una falla masiva en la aplicación de un esquema de vacunación puede llevar a que la filosofía que hay detrás de la importancia de las vacunas se caiga y se abra espacio a algún tipo de rechazo hacia otros esquemas de vacunación y con esto dar luz a que se restablezcan infecciones que ya habíamos controlado. Eso es lo más delicado, porque en el caso que no genere inmunidad... se buscan otras alternativas”, explica el doctor Múnera.

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