Si su hijo tiene más de 5 años y usted comienza a entenderle cada día menos lo que él le quiere decir, puede estar enfrentándose a un caso de disfluencia o tartamudez.
La tartamudez es una alteración en la fluidez del habla. Se caracteriza por hacer repeticiones indeseadas de sílabas, palabras o frases, acompañadas de interrupciones espasmódicas en la conversación, que producen angustia y son difíciles de controlar.
Es normal que entre los 3 y los 5 años el niño esté aprendiendo la pronunciación y se le dificulte articular todos los conceptos aprendidos, pero después de estas edades si continúa manifestando ese tipo de bloqueo, es para preocuparse.
Esta alteración puede deberse a que el niño tiene fuertes emociones, miedos o conductas patológicas que empiezan a desarrollársele en estas edades, y al tener mucha información en su cabeza, no sabe por dónde empezar a comunicarla, ni de qué manera.
Es posible nacer con esta patología si se tiene antecedentes en la familia, como también se puede adquirir con el paso del tiempo. Hoy con los avances tecnológicos y científicos se ha demostrado que cuando se diagnostican problemas de lenguaje a temprana edad pueden corregirse casi en su totalidad, dependiendo de cada uno de los casos.
En algunos es por periodos cortos, en otros, pueden durar meses o años. Eso solo lo define un experto y si el paciente sigue el tratamiento reglamentario.
Según la Fundación Americana de la Tartamudez “el 5 % de los niños atraviesa un período de tartamudez de seis meses o más de duración.
Tres de cada cuatro niños que empiezan a tartamudear recuperan la fluidez antes de llegar a la adolescencia, quedando un 1 % de la población con un problema crónico. Las investigaciones indican que igual número de niños de ambos sexos desarrolla el trastorno, pero que llegada la edad escolar, el número de varones que continúa tartamudeando es de tres a cuatro veces el número de niñas”.
Sin embargo, hay factores de riesgo que aumentan la posibilidad de que la tartamudez se vuelva crónica en “los varones que tienen antecedentes familiares de tartamudez crónica, retraso en el desarrollo de la articulación o el lenguaje y tartamudeo que haya durado 18 meses o más”.
Beatriz Carabalí, fonoaudióloga y comunicadora social manifiesta que “el 1 % y el 2 % de la población adulta es tartamuda. Esta condición afecta más a hombres. De cada cuatro afectados solo una es mujer (ellas tienen más áreas cerebrales dedicadas al lenguaje). Además, casi el 5 % de los niños presentan disfluencias pronunciadas desde los 2 a los 5 años, pero el 80 % son superables”.
“El principal problema en que se debe trabajar es en generar conciencia tanto en los demás como en el niño. Es decir, no hay que presionarlo.
Muchas veces los papás son ansiosos y quieren que los niños les hablen y les respondan todo inmediatamente, pero en realidad lo que se le debe dar es tiempo, que el menor se organice mentalmente, respire, porque muchas veces la falta de aire hace que no pueda dar a entender lo que quiere realmente”, asegura el fonoaudiólogo Juan Carlos Bernal.
Aunque la persona ya sea joven o adulta también puede presentar casos de disfluencia, si en su infancia tuvo problemas con la pronunciación de alguna letra, palabra o frase o por el contrario, si no ha tenido ningún inconveniente, puede empezar a desarrollársele por algún factor psicológico.
Andrés, un joven caleño que antes de sus 16 años hablaba fluidamente, ahora que cursa décimo grado y debe salir a exponer en frente de sus compañeros con más frecuencia, está presentando problemas de tartamudez. De un momento a otro se le han incorporado muletillas y la repetición de las sílabas iniciales de algunas palabras, se bloquea al momento de comunicarse.
Una de las más preocupadas es su madre, quien lo criticaba porque creía que era una manía, hasta que hace poco lo llevó a una fonoaudióloga. Allí la asesoraron y le indicaron el tratamiento que debe seguir el adolescente.
Su madre afirma que la fonoaudióloga le recomendó a Andrés que iniciara el proceso de forma voluntaria para que obtuviera resultados positivos. Como su estado no es crítico, por el momento no le ha ordenado actividades, pero sí que asistiera a consulta dos veces por semana para ver su evolución en el proceso de concientizarse así mismo, que pueda controlar su ansiedad, deje de comerse las uñas y poco a poco irá indicándole qué pasos debe seguir.
En la mayoría de los casos los niños que padecen de disfluencia en primaria o bachillerato son víctimas de matoneo por su condición de habla o timidez. Afortunadamente este no es el caso de Andrés, porque ha sabido sortear sus miedos y recurrir en busca de ayuda, puesto que es consecuente que debe recibir asesoría para que la situación no pase a mayores.
“Los tratamientos cumplidos estrictamente ayudan a grandes como a chicos, la voluntad es la principal herramienta; pero sobre todo la personalidad que se adquiere es la que evita que estas personas caigan en depresiones y hace que se recuperen en menor tiempo”, afirma la fonoaudióloga Beatriz Carabalí.
Un caso más complejo es el de Aldemar, quien ya abuelo, ha vivido con tartamudez toda su vida, pero su condición no fue un obstáculo para trabajar como mayordomo de varias haciendas, jefe en construcción y tener varias novias. Algo que le ayudó a mejorar su habla a lo largo del tiempo, fue “cantar las canciones de Darío Gómez”. Esta fue una de las recomendaciones que le hicieron hace varios años atrás, cuando una de sus patronas lo llevó al médico para tratarle este problema.
Es indispensable que si conoce un caso o siente que usted mismo está teniendo problemas con el habla, no se quede callado por pena. Actúe, visite a un especialista que le asesore y resuelva sus inquietudes.
De acuerdo con el cuadro patológico que presente, es necesario en algunos casos tener un trabajo interdisciplinario de fonoaudiólogos y psicólogos, para corregir trastornos del habla u otros que se generen debido a posibles complejos, mientras tanto, puede revisar su conducta y qué haría si le sucediera.
TIPOS DE TARTAMUDEZ
Clónica: consiste en la repetición involuntaria de sílabas o palabras. A la persona le cuesta iniciar una conversación, pero en el momento que lo hace, puede ser fluida su habla.
Tónica: se produce por los espasmos que tienden a interrumpir la conversación y puede verse una inmovilidad muscular, la parte fonatoria se bloquea total o parcialmente en la producción de sonidos. Se asocia a movimientos de cabeza, de pies o de las manos; debido a que la persona se estresa y busca la forma de sacar esa energía.
Mixta: es una combinación frecuente de ambos síntomas. Le cuesta comunicarse fluidamente.
TRATAMIENTO
Algunos de los tratamientos que recomiendan los fonoaudiólogos para hacer en casa.
El apoyo de la familia es fundamental: se debe dejar terminar las frases del niño, sin interrumpirlo cuando él esté hablando.
Dejar que el niño hable por sí mismo, no que la mamá hable por él.
Los padres no deben enfadarse ni menospreciar al menor cuando le ocurran los episodios de tartamudez.
Cantar, jugar karaoke con la familia.
Trabajar mucho la respiración y hacer sus debidas pausas.
Jugar a soplar velas o globos.
Leer en voz alta, alargando las palabras, sonorizando las vocales.
Controlar conductas de ansiedad que se evidencien como miedos y dificultades.
¿QUÉ SIGNOS PUEDEN ALERTAR A LOS PADRES?
Cuando el niño repite reiteradamente palabras, sonidos o frases después de los 5 años.
Que el niño no sea capaz de iniciar una conversación, sino que tiende a repetir lo que los adultos le dicen.
Cuando solamente imita lo que hacen los demás.
Cuando hay demasiada exageración en la articulación del habla (parpadea, mueve los brazos).
Se le dificulta expresar lo que quiere decir, por eso sacude la cabeza cuando va a hablar.
Evita hablar en público, siente vergüenza, no le gusta que le pregunten cosas porque sabe que se le van a dificultar y no va a querer responder.
Generalmente son niños que se vuelven más tímidos, retraídos y al sentir este fallo en la comunicación se sienten frustrados por ella.
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