Que ellas son de venus y los varones de marte. Que hombre y mujer son como polos opuestos. Que a ellas nadie las entiende y que ellos son una especie muy diferente. Todas esas afirmaciones que se escuchan a diario intentan destacar la gran brecha que separa a hombres y mujeres. Y esas diferencias de género necesariamente trascienden a un plano tan sensible como la sexualidad.
De ahí que lograr la compenetración sexual en una pareja no sea nada fácil. Pero tampoco imposible. Basta con conocer a fondo las necesidades, preferencias, emociones y comportamientos sexuales que mueven a hombres y mujeres para poder llegar a una conciliación.
Sentimientos vs. placer
Aunque hoy día, tanto a mujeres como a hombres culturalmente se les da licencia para tener relaciones sexuales solo por disfrute, sin necesidad de amar a la otra persona, cosa que era una exigencia moral en tiempos pasados, en términos generales se puede decir que la mujer concibe la relación sexual como un acto casi sagrado, en el que tiende a involucrar sus sentimientos. Aún en ausencia de amor a ellas les importa el hecho de sentirse buscadas, necesitadas y deseadas.
El hombre, en cambio, percibe el encuentro sexual más como un acto físico y copulatorio en esencia, en el que resulta sumamente importante la erección, que la asumen como sinónimo de poder. De hecho, desde pequeños se afianza en ellos una fuerte competencia en este sentido con sus pares.
Preámbulo vs. orgasmo
Para el sexo femenino con frecuencia cobra un gran interés el preámbulo, que puede ir desde una mirada o unas palabras bonitas hasta caricias y juegos. La mujer se toma su tiempo y prefiere ir paso a paso.
Una posición contraria asume el sexo opuesto, que casi literalmente va a lo que va y por eso mantiene un ritmo más vertiginoso en la relación, en un afán casi desmedido por llegar a ese momento máximo de placer como es el orgasmo. De hecho, muchas mujeres no llegan al climax en todas las relaciones sexuales, sin que esto indique que no la hayan disfrutado.
Por esa misma razón, para ellas prima más el ambiente adecuado, el clima, la hora, la cantidad de luz, la música o el silencio, las velas, una sábana suave y fresca, mientras el común denominador en el hombre es que se excite fácilmente en cualquier lugar sin importar las circunstancias, siempre y cuando reciba el estímulo adecuado.
Acercamiento vs. coito
Podría decirse que los varones prácticamente no conciben el sexo sin penetración.
En contraposición, la ausencia de coito puede que no sea causa de frustración para ellas, porque disfrutan con mayor facilidad de otras expresiones de la sexualidad como los besos, las caricias, la masturbación o el sexo oral.
Sexualidad vs. sexo
Algo común en las damas es que pueden querer besar o acariciar, pero no necesariamente con el objetivo de que esto culmine en una relación sexual, mientras tanto, el hombre tiene una gran tendencia a relacionar el más mínimo contacto físico con la idea de irse a la cama.
Auditivas vs. visuales
Ellas están catalogadas como seres eminentemente auditivos en la sexualidad, tanto que hay quienes aseguran que una palabra bien dicha y en el momento adecuado puede lograr seducir y convertirse en el mejor estímulo para el sexo femenino.
El hombre, en cambio, es más visual y por eso centra su placer en lo que puede ver, en la ropa interior y las curvas femeninas. Tal vez por eso mismo, el hombre es más amigo de hacer el amor con la luz encendida, diferente a la mujer que tiende a sentirse mejor en la oscuridad.
Expresiones sexuales vs. genitalidad
En los inicios de la relación sexual el hombre siente una gran necesidad de caricias en los genitales. Para la mujer esta fase, si bien es parte fundamental en el encuentro sexual, puede darse más adelante sin tanta premura.
Multiorgasmos vs. meseta
Aunque es claro que para la mujer es más difícil llegar al orgasmo y para ello se toma su tiempo, el hombre puede alcanzarlo con mayor rapidez sin necesidad de mayor estímulo.
Pero también es cierto que los varones necesitan recuperarse entre un orgasmo y otro, tiempo que aumenta con la edad, a diferencia del sexo femenino, que en ciertos casos tiene la capacidad de tener uno tras otro sin pausa.
Relajación vs. conciliación
Mientras un hombre podría buscar arreglar los conflictos de pareja en la cama, ellas se comportan al revés: para tener relaciones necesitan estar relajadas, por eso les cuesta tanto acceder al sexo cuando algo les molesta o les preocupa y prefieren hacer las pases primero para luego sí pensar en el encuentro sexual.
Estrés vs. placer
Para las mujeres que trabajan, que son la mayoría, resulta mucho más difícil hacer la transición entre la tensión de la jornada laboral y el placer del acto sexual. Para lograr hacer el cambio de chip con facilidad deben recibir el estímulo apropiado.
En cambio, para el hombre el sexo es uno de los mejores desahogos después un día difícil.
Juguetes vs. virilidad
Muchos hombres no son muy amigos del uso de juguetes sexuales, puesto que los perciben como una amenaza a su virilidad, porque creen que son ellos y no algo externo que le debe proporcionar el placer a su pareja. Lo que sí ocupa un lugar muy preponderante son las fantasías sexuales.
Frente a esta percepción, la mujer podría ser menos reacia al uso de estas ayudas, pero no mantiene fantasías tan arraigadas como el hombre.
Convencional vs. nuevo
Otra diferencia marcada está en que muchos hombres buscan explorar sensaciones diferentes e intentar formas nuevas de hacer el amor para obtener placer, como el sexo anal. Algo que la mujer difícilmente cuenta entre sus preferencias o muchas veces lo hace no porque lo disfrute sino por darle gusto a su pareja o por temor a que la abandone. Para ellas esta opción puede resultarles agresiva, anormal o riesgosa.
Nosotros vs. tú y yo
En la mujer predomina una visión más amplia de lo que es la pareja. La entiende como una entidad mayor. Esto la lleva a pensar en la sexualidad como un “nosotros”, mientras lo que prevalece en ellos es una visión en la que piensa en términos de “tú y yo”, porque para él lo más importante es mantener su ego de macho, arreglar el mundo, producir, ganar dinero y ocupar el primer lugar en todo. De ahí que sea muy común que los hombres quieran llevar la batuta en la relación sexual, de hecho, por eso muchos no consienten que la mujer sea la que proponga o tome la iniciativa en el sexo.
Calidad vs. cantidad
El hombre se considera un ser insaciable, que siempre está disponible para el sexo y nunca parece estar satisfecho. Por eso, asume una posición más demandante en la frecuencia de las relaciones sexuales y además puede ir de una pareja a otra sin mayor problema.
La mujer podría sentirse agobiada por esa situación, pues más que cantidad, pide calidad. Además, no tiende a tener sexo con cualquiera y una vez tiene un contacto sexual con una persona, queda de alguna manera atada a ella.
Consejos prácticos
Tenga en cuenta que para que una pareja funcione mejor en todos los aspectos, incluida la sexualidad, se requiere que cada uno comience a pensar en la personalidad de la pareja. Es decir, en términos de diálogo y acuerdos y respetando la individualidad del otro. Si sabe que a la otra persona no le gusta algo no intente presionarla, chantajearla ni obligarla.
Si es hombre, abandone su ego de macho para empezar a mirar a la mujer como un ser tan valioso e importante como usted. Esto equivale a algo así como civilizarse y feminizar su cerebro y su sexualidad, de forma que llegue a entender la sutileza de las emociones femeninas. Y si es mujer, esfuércese por entender la esencia masculina.
No mienta ni finja. En el sexo, tal como en las demás áreas de la vida, se debe ser muy honesto y comunicar lo que se siente para procurar un mejor entendimiento en pareja. No espere que la otra persona adivine lo que le gusta.
No haga nada solo por complacer al sexo opuesto. Fortalezca su autoestima y compórtese como alguien que merece ser tomado en cuenta y ser valorado.
Tenga en cuenta que lo ideal en la sexualidad es que abarque el placer, pero también el amor y la reproducción. Pero eso no indica que no pueda darse solo en uno o dos de esos planos. Todo se vale.
Tenga en cuenta que aunque tenga diferencias con su pareja, nunca va a poder tenerlo todo. De ahí la importancia de saber elegir con quién se va a la cama, analizando lo que pierde y lo que gana.
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