Salud


Marilín asegura que su hijo oye, pero su otorrino dice que el niño es sordo

JESSICA PONCE AGUIRRE

05 de marzo de 2015 10:47 AM

Cuando *Marilín Rosas tenía cuatro meses de gestación, en medio de una ecografía, el médico de Saludcoop (EPS a la que está afiliada) la atendía, le dijo que su hijo venía con una malformación craneana, que su líquido amniótico era bajo y que lo mejor era que interrumpiera su embarazo.

La mujer, que para ese entonces se había separado del padre del bebé, se resistía a perder a su hijo, se encomendó a Dios y aceptó la sugerencia de otro profesional de la salud que le dijo que buscara una segunda opinión antes de practicarse un legrado (procedimiento que se realiza para vaciar el interior del útero).

Así fue y Marilín consultó a un ginecobstetra particular que le practicó una nueva ecografía y le dijo que no se preocupara, que el líquido estaba bien y que su hijo no tenía ninguna anormalidad física.

“De ahí en adelante no quise volver a la EPS y mensualmente pagaba mi consulta de control prenatal con un médico particular, sin embargo, en la cita de los ocho meses, en los exámenes salió que el líquido amniótico se había salido y que era necesario sacar al niño”, cuenta la madre.

*Marcos nació cianótico (condición grave que indica una falta de oxígeno en la sangre), e hipotónito (rara condición en que el lactante tiene una grave falta de tono muscular que mejora progresivamente), no lloraba y tenía problemas respiratorios. Según su madre, Marcos nació triste.

Siguiendo el método de las “mamás canguro”, Marilín se levantaba temprano y se dirigía a la Unidad de Cuidados Intensivos en la que estaba su hijo, que poco a poco fue respondiendo, hasta que lo dieron de alta y pudo llevarlo a casa.


EMPEZÓ EL CALVARIO

Debido a que los problemas respiratorios de Marcos eran persistentes, el niño fue remitido de especialista en especialista, según su madre, quienes les dieron todo tipo de diagnósticos.

“Unos me dijeron que el niño tenía retardo en el desarrollo psicomotor, otros, que se trataba de un síndrome de Down (DS), también me dijeron que tenía macrocefalia, pero todo eso se ha descartado y queda la impotencia de no saber a ciencia cierta qué es lo que tiene Marcos”, enfatiza Marilín, quien agrega que muchas de estas citas con especialistas las pagó con su dinero porque la “tramitología de su EPS lo único que ha ocasionado es que no se avance en el dictamen médico de su hijo”.

Al año y medio Marcos regresó a UCI por una bronconeumonía crónica. Los médicos no le daban esperanzas de vida, pero Marilín volvió a aferrarse a Dios.

En esta etapa, el niño superó tres paros respiratorios y demostró su fuerza. Salió adelante aunque tuvo que empezar de cero. Marcos no reconocía a nadie, era como un bebé recién nacido.

De allí en adelante siguieron las citas con neurólogos, genetistas, neumólogos y si Marcos tiene algún síndrome, todavía nadie lo sabe.


“MAMÁ VEN”

A sus tres años y usando solo dos palabras, Marcos se las arregla para que lo entiendan. La ausencia de habla es otro factor que inquieta a su madre.

“Él solo dice: mamá ven. No dice nada más. Aunque en la casa todos le hablamos claro y se le ha enseñado el nombre de cada cosa, el niño no pronuncia ninguna otra palabra”, asegura Marilín, quien dice sentirse cada vez más impotente y confundida. Antes de decidir si hacía público su caso, Marilín visitó a dos otorrinos adscritos a Saludcoop EPS, con el fin de que, además de la condición especial de Marcos, le confirmaran si el pequeño tenía problemas auditivos, pero los especialistas no coinciden en su diagnóstico.

“Ya no sé que hacer, pensé que no era posible que una cosa así sucediera. Mientras uno de los médicos me dice que mi hijo escucha y que sus oídos no tienen nada, el otro asegura que Marcos tiene una mastoiditis crónica bilateral (infección de la apófisis mastoides o hueso mastoideo del cráneo) e hipoacusia neurosensorial (pérdida sensorial que atañe al oído interno y pérdida neural que atañe al nervio auditivo), que es sordo y necesita un implante. Así, qué mamá no se vuelve loca”, replica la mujer.


A BARRANQUILLA

El pasado martes, Marcos recibió una orden para otología (subespecialidad de la otorrinolaringología que estudia y trata las enfermedades del oído que causan la pérdida de la audición), en Barranquilla, ciudad a la que ya es frecuente que Saludcoop lo remita, sin cubrir ningún gasto de transporte.

“Cada vez que viajo a Barranquilla, por lo menos una vez al mes, me gasto 130 mil pesos, entre el pasaje puerta a puerta mío, el de Marcos y el de la persona que me acompañe, a eso hay que sumarle el copago, porque a pesar de que tengo un fallo de tutela que favorece a mi hijo con el “tratamiento integral” de su enfermedad, no ampara esos gastos”, explica Marilín.

Ayer, la madre de Marcos llamó a los teléfonos que señala la orden de Saludcoop para apartar la cita con otología, pero en la Clínica del Norte (Barranquilla), le dijeron que no entendían por qué la remitieron a ese centro médico, donde no manejan dicha especialidad.

Para conocer la argumentación de Saludcoop respecto a la queja de sus afiliados, El Universal se comunicó con el doctor Álvaro González, gerente de la entidad, quien solicitó que se le enviara un correo con toda la información de Marcos, con el fin de dar respuesta. Ayer, al cierre de esta edición la EPS no se había pronunciado y la cita de otología que el niño necesita seguía siendo incierta.

*Nombres cambiados a petición de la madre del menor.

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